Los que han seguido los sucesivos traspiés del poeta Ruiz en el ámbito deportivo me han exigido una reparación. "No puede ser que haya fracasado en todas sus incursiones al mundo del deporte" me dicen. Estoy aquí para dar satisfacción a tal demanda: José Feliciano Ruiz fracasó en otros ámbitos de la vida parejamente.
Él se consolaba diciendo que las personas felices no escriben, y que son las desventuras el abono necesario para que crezca la literatura. Esto le sucitó dos problemas: el fenomenal acopio de infortunios al que había llegado le hacía difícil discernir por dónde comenzar la hercúlea tarea de pasarlos al papel. El segundo problema fue que, cuando acercó sus primeros escritos a algunos editores, estos le dijeron que eran justamente eso: abono.
Así las cosas, el poeta entendió que su obra estaba destinada a trascender a través de la oralidad, por lo que se hacía indispensable recurrir a la rima. Para que sea más fácil de retener, vio. Muchas de las obras que dejó fueron elogiadas. Se elogió sobre todo el gesto de dejarlas, pues las que terminó son directamente insufribles. Destaca entre ellas la "Oda al amor casi perfecto" que dedicase a su amor de juventud, la hija del Coronel Echazarreta, de quién se dice que daba miedo su sola presencia. Y del Coronel también se dicen cosas.
La obra en cuestión mereció el reproche de los críticos. Estos sin embargo, dejando de lado todo merecimiento, la ignoraron lisa y llanamente. Lo más parecido a una crítica fueron las palabras al paso de Enrique Bacigaluppi, cuñado del famoso crítico literario, quién dijo: "Y... es una oda".
Sin más, transcribo los versos sin hacerme cargo de lo que puedan sucitar en el ánimo o el estómago del lector:
Me subyuga tu mirar,
hacia él presto me arrojo.
Ni siquiera me hace dudar
que esté compuesto de un solo ojo.
Ese ojo singular
es un faro, una estrella
o así se puede apreciar
por el monóculo culo de botella.
Los que no entienden de alegorías
los que vociferan: "miren, es tuerta"
yo sé que tu mano les tenderías
incluso la otra, que no está muerta.
Porque no he yo de negar
que de tus extremidades sana hay media
no lo trataré de disfrazar
aunque sea notable la ortopedia.
Sin embargo tu cuerpo no hay virtud
o perfección que no tenga
quizás sólo en las piernas algo de rectitud
o simetría, pues eres renga.
Es que son todos superficiales
atienden cosas de poca monta
porque en las lides intelectuales
se rumorea que eres un poco tonta.
¡Qué saben esos racionalistas,
gente sin alma, crueles y bobos!
¿es que no pueden ser personas listas
aquellos que se atribulan con la tabla del dos?
Pero aunque el vulgo con inquina
contra ti de burlar no cese
yo insistiré -mal que me pese-
pues me fletó tu prima Cristina.
Fuerte. Que lo disfruten como puedan.