Bosque de fábula. 16:25 hs.
Caperucita entra a la casa de su abuelita. Aun con todo a media luz, alcanza a divisar a la anciana metida en la cama. Se acerca con la canasta de víveres que trajo.
- Hola, abuelita.
- Hola Caperucita.
- Son $143,50.
- ¿Eh?
- Dice mamá que son $143,50. Y eso que no me dejó cobrarte propina por traerte todo para acá. Claro, al pibe del COTO denle algo nomás, pero a la nieta boluda no ¿no?
- Esteee... Fijate ahí que está mi cartera. Pasamela.
Caperucita se acerca para entregarle la cartera y se sorprende.
- ¡Abuelita! ¡pero que ojos tan grandes tienes!
- Es que soy hipotiroidea.
- ¡Abuelita! ¡pero que nariz tan grande tienes!
- Bueno, bueno. No escupas al cielo, que es una herencia familiar. Te muestro una foto de Nana Goldstein y vas a ver lo que te espera cuando pases la pubertad.
- ¡Abuelita! ¡pero que orejas tan grandes tienes!
- ¡Pero, che! ¿te parece querida?
- ¡Y que peluda eres!
- (Haciendo puchero) Eso ya es cruel. Es verdad que ya no me depilo como antes, pero lo de las orejas y la nariz duele muchísim...
- ¡Y que manos tan grandes tienes!
- ¿Esos son los modales que te enseñó tu madre?
La abuelita se pone a sollozar. En eso entra el lobo, que ve a la abuela, mira a Caperucita y le dice:
Lobo: - ¿Qué le hiciste? ¿qué le hiciste?
Caperucita: - Pep...yo pensé que en realidad era usted.
Lobo: - Yo dejé el transformismo hace ya varios años. ¿Te parece compararla con un canis lupus? ¡mirá cómo se puso!
Caperucita: - No le hice nada. Yo sólo manifestaba mi sorpresa por el tamaño de las distintas partes de su fisonomía.
Abuela: - Si viniera a visitarme más seguido no le pasaría... ¡y además me dijo peluda!
Lobo: - ¡Pero que pendeja de mierda! ¡un poco de respeto con tu abuela!
Abuela: - ¡Cómasela, señor Lobo! ¡cómasela!
Lobo: - No, Doña Gertrudis, que es menor de edad y después se me arma un quilombo legal de novela. De novela infantil concretamente. Yo no sé qué les enseñan a estos chicos hoy en día. Fíjese, Doña, yo ya tengo miedo de venir por el bosque. El otro día dos borregos me robaron todo. Después la policía los agarró destruyendo la casa de la señora Bonafide de acá a la vuelta. Hansel y Gretel Ramírez, se llamaban. Pero como son menores los dejan libres enseguida. Ya veo que la terminan matando a la pobre señora en represalia.
Abuela: - Es lo que le comentaba a Mariano, el que vive con esta chica acá a 10 minutos.
Lobo: - ¿El que vive con la chica blancuzca me dice?
Abuela: - Ese.
Lobo: - ¿Uno petiso y narigón?
Abuela: - No.
Lobo: - ¿Un petiso malhumorado?
Abuela: - No.
Lobo: - ¡Ah! El petiso de anteojos.
Abuela: - Tampoco.
Lobo: - ¿Entonces cual?
Abuela: - El petiso que usa ropa que le queda grande tipo skater. Mire, cuando me enteré que vivía con 7 muchachos ya me espanté bastante, pero cuando escuché que además los 7 se llamaban Mariano (ella misma habla cariñosamente de los "7 Nanos") entonces pensé en decirle dos palabritas.
Lobo: - ¿Ah, sí?
Abuela: Sí: terapia urgente.
Caperucita: - ¡Abuela! ¡pero que moral pequeñoburguesa tan grande tienes! Si ella quiere vivir con siete muchachos ¿cual es el problema? ¿Por qué sostener un tipo de familia que viene de la estructura de producción capitalista?
Abuela: - ¿Ve, Señor Lobo? Cursa un año en la Facultad de Ciencias Sociales y mi Caperucita ya se transformó en Caperucita Roja. Y además, querida, si hay una pequeñoburguesa acá es justamente la chica esta. Así que usted se me queda callada.
Caperucita: - ¡No me podés callar así! ¡ya soy una mujer! ¿sabés qué? ¡me voy con mi novio y no vuelvo más!
Se va dando un portazo.
Lobo: - ¿Tiene novio la pendex?
Abuela: - Sí, un leñador de por ahí. Un vividor, bah. Porque es fácil hacerse la Rosa Luxemburgo con la plata de papá bancando todo. Y el tipo este no es ningún bobo y sabe como es la cosa.
Lobo: - Un predador, sin duda.
Abuela: - Bueno, che. Te dejo que me voy a meter a la cama a clavarme un whiscacho para recuperarme del maltrato de la chiquita esta.
Lobo: - Vaya nomás. Que lo disfrute con salú.
Moraleja: la historia la escriben los que van a la Facultad de Ciencias Sociales. ¡Ah! Y hacer las compras por internet te puede ahorrar un disgusto.