miércoles, 30 de julio de 2008

Tanda de consejos para no-padres


En el mundo globalizado que nos toca transitar está muy bien vista la "multiculturalidad"; esto es, la capacidad de relacionarse con gente distinta, que tiene otra cultura de fondo. Que quiera decir ser "multicultural" es ya algo más vago. Sólo sabemos que está bien. Así, se puede considerar multicultural tanto al que domina varias lenguas y dialectos y busca comprender las costumbres internas de un país como al que de paso en un hostel le pregunta a otro como se dice "moco" en alemán o consulta si en India existe la Coca-Cola. La forma de relacionarse con personas de otros países es todo un tema. Un tema que no me interesa ahora. ¿Por qué? Porque en este "tratar con alguien culturalmente distinto" no hay que ir lejos, una misma cultura es, paradójicamente, multicultural. Como su paciencia y capacidad de atención son limitadas, iré al grano: voy a dar las pautas para tratar de relacionarse con padres. No con sus padres, no con padres de gente de 40 años, sino con padres de niños. Quizás le parezca una pelotudez supina, pero, o no se ha dado cuenta de los errores que comete o no ha sabido aprovechar las ventajas que presentan.

Artículo 1: sobre la suceptibilidad de los padres.

Cuando se enfrente con un padre standard, debe saber que sólo estará interesado en escuchar el vaso medio lleno, es decir, está dispuesto a escuchar solamente las virtudes de su hijo. Pongamos por caso que el chiquito acaba de hacer pedazos su colección de vinilos autografiados. Lo que usted escuchará de su padre es: "¿viste que fuerza tiene?". Es importante entender este principio cuando va a visitar a un recién nacido. Alguien dijo alguna vez que todos los bebés son lindos. Mentía. En general, al nacer los bebés parecen una copia a escala de Jabba the Hutt. Eso no lo excusa de dar su impresión sobre el neonato. Si este sonríe, puede decir "¡que simpático!" Si no aplica, salga por la tangente diciendo algo como: "se parece a la madre". No importa si realmente es así, ya que de cada 10 visitantes, 4 dicen que se parece a la madre, 3 al padre, 2 hacen el chiste de que se parece al lechero y 1 que se parece a Jabba the Hutt (a menos que sea el hijo de Jabba the Hutt, no recomiendo esta opción)

No obstante, esta suceptibilidad tiene sus ventajas. Como están atentos a la estima del chico, los padres dejan abierta una posibilidad de ser atacados sin que les importe o se den cuenta. Así que si alguno le cae mal o tiene algún reproche, este es el momento de sacárselo de encima. Veamos un ejemplo que clarifique lo expuesto:

Situación 1:

Juan: - Pedro, eres un imbécil.

Pedro: - ¡imbécil tu abuela! (situación de violencia)

Situación 2:

Juan: - mirá que cara de inteligente tiene el chiquitín! no se parece al imbécil de su padre.

Pedro: ja, ja. Es así.

Situación 3:

Juan: - mirá que cara de inteligente tiene el chiquitín! yo me encamé con tu madre.
Pedro: ¡¿qué?! (situación de violencia)

Como podrán ver, mientras se respeten los límites que marca el sentido común, la situación puede llegar a ser auspiciosa.

Artículo 2: sobre la inteligencia de los padres.

Todo el mundo está tan atento a la evolución de los chicos que no se fijan en la severa involución que sufren los padres. Los padres están expuestos, en nombre del desarrollo infantil, a las más nocivas influencias: desde versiones de sala de espera de todos los músicos reconocidos a horas de Barney en la televisión, pasando por espectáculos para pre-adolescentes organizados por Cris Morena. ¿Que puede esperarse de la sensibilidad y la inteligencia de alguien que sufrió tal lavado cerebral? Profesionales con postgrados que no pueden quitarse de la cabeza una melodía cantada por un dinosaurio con voz de oligofrénico con sinusitis; adultos responsables que al ver "La vida de Juno" preguntan cuál es el malo o tratan de arreglar el color mientras ven "La lista de Schindler". Esto puede llegar a afectar el nivel de las conversaciones que tenga con ellos pero, por otro lado, si una discusión se pone difícil, siempre podrá salir del paso con una frase del tipo: "la amistad es buena", "jugar es divertido" o "me gusta el color verde". El asentimiento instantáneo que se producirá en su interlocutor lo hará pensar en los perros de Pavlov como los reyes de la espontaneidad.
Si usted es padre, puede darse cuenta del nivel de contaminación que ha sufrido contestando las siguientes preguntas:

1) después de finalizar la última reunión con su jefe:

a) propuso ultimar detalles en una futura reunión
b) le dijo que pondría todo en el proyecto para que funcione
c) le pidió un "a-ba-zooo"

2) la última vez que jugo al fútbol, al recibir una patada:

a) se levantó y siguió jugando
b) le dijo al infractor que su madre se dedicaba a la prostitución
c) se extraño de que nadie le consultase por qué estaba triste y cantase una canción sobre la importancia de no lesionarse

Una vez realizado este test, tendrá los resultados en aproximadamente 45 días hábiles.
Más adelante trataré de retomar el tema. No aseguro nada porque hace dos días que vengo escuchando que "por favor y gracias son palabras de poder" por parte de una caja registradora de Barney, así que quizás el próximo post sea sobre como me divierte jugar con mis amigos. Lo bueno es que -si son como lo amigos de Barney- tendré asegurada la multiculturalidad.

jueves, 24 de julio de 2008

La vida con uno mismo (autobiografía no autorizada)



Mirando retrospectivamente, tengo que decir que eso de que uno es el que mejor se conoce no siempre es cierto, más bien tiendo a pensar en el sentido contrario. No hecho mano a directores espirituales o psicoanalistas para sostener mi afirmación, sino que la explicación viene porque uno se porta con uno mismo como una madre negadora (el paradigmático caso de la madre que atribuía a la ingesta de embutidos lo que había provocado el exceso de alcohol nos puede ilustrar esta posición) Es decir, uno se apaña a si mismo. Lo que sí hay que reconocer es que nadie pasa tanto tiempo consigo como uno mismo, y eso le permite estar tras bambalinas en tantos hechos a cuyo conocimiento nunca nadie accede. No hablo aquí de las buenas obras realizadas sin segundas intenciones o de las renuncias internas sepultadas en el anonimato; siquiera de esos pensamientos demasiado terribles para ser vocalizados; hablo de actos más bien ridículos que no trascendieron ni lo harán nunca, y que solo pueden realizarse en la presencia de alguien de extrema confianza: uno mismo.



Planteo una lista arbitraria de estos actos baladíes para que cada uno haga los ticks que le correspondan:

a) hacer caras frente al espejo (en general, pero podríamos ser más específicos y agregar "en el ascensor")

b) después de llevarse por delante una baldosa obscenamente, trotar un poco más para aparentar que esa era la idea en primer lugar.

c) hablar con uno mismo en voz alta.

d) mirar en la página de las soluciones para destrabar un crucigrama o cambiar ilegalmente la ubicación de cartas en un solitario que va encaminado.

e) desprenderse de un gas (y no hablo de metano) en un lugar público y negar la autoría del hecho.

f) hacer en clase una pregunta ininteligible para cualquier intelecto humano y ceder a la primera reformulación del profesor para salvar la honra.
Ejemplo: - ¿puede ser que el concepto de naturaleza en Marx esté infiltrado por los presupuestos darwinianos en lo que tienen de no-dialéctico?
- ¿usted quiere saber si la palabra "naturaleza" se escribe con "z" o con "s"?
- eeehhh....sí, eso.

g) mear en la ducha.

h) ver a un semi-conocido que viene caminando de frente y evitar el contacto visual mirando con sumo interés un punto indeterminado (o más bien determinado hacia el otro lado)

i) haber realizado alguna de las acciones antedichas y mentir al respecto.


RESULTADOS


0-3 respuestas afirmativas:
hay dos opciones: o es usted un hipócrita mentiroso o tiene menos de 2 años. En el primer caso reconsidere su postura frente a la vida. En el segundo, lo felicito por su precocidad lectora.

4-6 respuestas afirmativas:
usted todavía puede salvarse. Un par de tropezones no son caída (aunque esto no justifique actuar como lo dice la opción 'b') Le diría que cambie su entorno y empiece a juntarse con gente de menos de 2 años, pero el problema es que su entorno es usted mismo. En resumen, sólo es cuestión de tiempo para que vuelva a realizar el chequeo y se encuentre en la categoría siguiente.

7-9 respuestas afirmativas:
¿que si es usted una mala persona? Malo es Darth Vadder. Usted es malo como es malo echarle Pepsi al Fernet: no está penado, pero todos saben que está mal. Por suerte para usted, el único que tiene conciencia de que usted es malo es usted. Quizás sea tan malo que le gustaría delatarse a usted mismo. Pero usted es malo, no imbécil.

10 respuestas afirmativas:
o miró usted otra lista, o le hicieron mal los embutidos, o es un niño de 2 años al que he sobreestimado, ya que los ítems son solamente 9.

¿Ve? Lo he ayudado a conocerse a usted mismo sin necesidad de recurrir a Osho, Bagdivedanta Swami Praduphaba, al Yogui Shankaracharya o al Oso Yogui. Y tampoco tuvo que comprar la revista Para Tí. Eso sí, si se acaba de dar cuenta de que no lo gusta lo que encontró, jódase. Se lo merece por mal tipo.

jueves, 17 de julio de 2008

¿Qué te encuesta?


Cuentan que, hace mucho tiempo, una plaga de ratas invadió el poblado de Hamelin. En ese contexto, un hombre tomó su flauta y salió del pueblo tocando algunas melodías. Después de dos horas de caminata, se detuvo: nadie lo había seguido. Está fábula (conocida como "el autista de Hamelin") encierra una magnífica moraleja: si vas a hacer arte, asegurate que te sigan las ratas.

Por eso, habiendo recorrido ya un trecho en este blog, es tiempo de mirar hacia atrás para escuchar a las rat... a los lectores. Es así como surge la idea de hacer una pequeña encuesta, que me ayude a tener un pequeño feedback sobre lo recorrido. No es demasiado larga y, si bien lo piensa, si ya llegó hasta acá es que tanto para hacer no tiene.


1) El blog en general es:

a) notable

b) sublime

c) lo mejor que leí en mi vida

d) sin palabras (en un sentido positivo)

e) el motivo por el cual los no hispanoparlantes deberían aprender castellano

f) menos de lo que esperaba (un momento...¿este no es el blog de Martiniano Molina?...perdón, me confundí)


2) Los temas tocados son:

a) muy interesantes

b) de una sorprendente actualidad

c) de una importancia que los hace eternos

d) las palabras justas que necesitaba escuchar en el momento oportuno

e) todas las anteriores


3) Cambiaría del blog:

a) nada

b) que la frecuencia fuese diaria, ya que he desarrollado un síndrome de abstinencia de este blog

c) mis facultades mentales cuando creo que lo escrito es aburrido o no se entiende

d) la cantidad ínfima de lectores por una mayor

e) que se desarrolle un sistema para que se pueda donar dinero para el autor

f)


4) Lo que más destaco del autor es:

a) su magnífica pluma

b) su agudo sentido del humor

c) su luminocidad intelectual

d) su capacidad de autocrítica

e) por lo bajo, todas las anteriores


Si quiere agregar algo, ya perdió su oportunidad; para eso estaba la opción vacía de la pregunta 3. Pero si aún le quedan loas atragantadas, puede escribirme a ppbenegascox@gmail.com (todos saben lo feo que es tener las loas en la garganta)
Aprovecho para agradecerle por la oportunidad que me da para seguir mejorando este blog, el cual diría que es un poquito de todos de no ser porque es falso, ya que es solo mío. Gracias de todas formas.

lunes, 7 de julio de 2008

Apoplejía filosófica o apología del plagio


Plutarco ganó un gran reconocimiento a través de sus Vidas, que son biografías sobre griegos y romanos famosos. Al parecer, le llamaba la atención los acontecimientos sorprendentemente similares que le acontecieron a hombres célebres, y veía frente a estas coincidencias dos causas posibles, las cuales enumera al comienzo de su Vida de Sertorio: "Si la multitud de elementos es ilimitada, la fortuna tiene en la abundancia de su material un amplio proveedor de coincidencias; si, por el contrario, sólo interviene un número limitado de elementos, las mismas cosas pueden suceder muchas veces, dado que son producidas por los mismos factores".


Cuando le mostré el último escrito publicado a mi mujer, me recordó que Alejandro Dolina había escrito algo al respecto en uno de sus libros. El problema no es solo el de una coincidencia temática con un escritor, sino que yo había leído sus libros y -si bien no lo hice al escribir el relato- ahora sí recordaba haber leído algo al respecto. Pero al poco andar me dí cuenta de que la influencia de Dolina en mi relato era inconstatable. En primer lugar, porque me estoy mudando y mis libros están en cajas, lo que me impedía poder releer el cuento al que hago referencia. Segundo, porque incluso habiéndolo leído ¿como saber qué viene de mi propio fondo y qué del recuerdo de un cuento leído hace un tiempo? Es más, ¿puedo diferenciar mi propio fondo de aquello que he recibido a lo largo de mi vida? Scott Adams dedica gran parte...bueno, una parte de su libro "El futuro de Dilbert" a defenderse de las posibles acusaciones de plagio (no, no es el nombre de un romano famoso sobre el que Plutarco haya escrito) argumentando varias cosas. Lamentablemente no puedo reproducir tales argumentos porque ese libro también está embalado. Sí recuerdo que contaba de una vez que se le había ocurrido un chiste con el juego de palabras "Placebo Domingo" y que, al comentarlo, le dijeron que esa semana había salido en un diario de una pequeña ciudad el mismo juego de palabras. Decía que si existe una influencia en lo que él escribe, está es, cuanto menos, inconciente.
Si piensan que la anécdota de Scott Adams es inventada y funcional a la argumentación que expone, puedo sumar mi propia anécdota no-inventada aunque igualmente funcional a la argumentación que expongo: de vez en cuando se me ocurre alguna idea. Ahora, mis ideas no suelen circunscribirse a mi profesión o ámbito de acción, sino que van desde una idea para una bandera de la hinchada de Rosario Central hasta lemas para una ONG. En ese abanico suelen filtrarse ideas para publicidades de productos que no sé siquiera si publicitan. Hace un tiempo se me ocurrió una buenísima: una mujer sube al colectivo en pleno verano. La mujer, en remera musculosa, ve que todos los asientos están ocupados. Mira con angustia su axila, hace un amague de tomar el pasamanos pero se arrepiente. Se toma del respaldo de un asiento. El colectivo dobla violentamente, la mujer sale despedida para un costado. El colectivo dobla nuevamente, la mujer cae hacia el otro costado. En la pantalla aparece el slogan: "Porque una buena depilación es buena para la salud". Clap, clap, clap. Algunos me han dicho que sería merecedor del festival de Cannes; otros, que sería merecedor de canes, es decir, de una jauría de perros salvajes que se desquiten conmigo. La cosa es que esta misma mañana me subo al subte y veo la nueva publicidad de...no, no quiero hacer publicidad; la nueva publicidad de quienes aquí llamaremos -arbitrariamente- "los hijos de puta que están lucrando con mi idea" (HDPQELCMI) que decía algo así como: "No podés agarrarte del pasamanos con los brazos pegados al cuerpo". Es un desodorante que cuida la piel, así que estaba acompañada del dibujo de una mujer de expresión triste y axilas irritadas. Ahora, aquí el asunto toma otro color, porque no es como Leibniz y Newton descubriendo el cálculo infinitesimal sin saber uno del otro, sino como quien piensa los mismos números para la lotería, pero uno tiene el billete ganador y el otro no.


Esta simultaneidad en la creación de algo de la nada es lo que se encuentra detrás del cuento de Borges "Pierre Menard, autor del Quijote" en el cual un poeta francés escribe -no copia- varias partes del Quijote. Hay una exacta coincidencia entre el Quijote de Menard y el de Cervantes. Todavía más sugerente es el cuento de Pablo Benegas "Jorge Luis Borges, autor de Ficciones". Pero todo esto no hace más que confrontarme con mi mala fe al acusar a algunos de mis alumnos de copiarse en examenes y trabajos. ¿Por que no podría pasar que dos o más alumnos coincidiesen en las mismas palabras para una respuesta o incluso en los mismos errores? ¿por qué no podríamos recibir un trabajo y exclamar -orgullosos- "el inmaduro de la última fila, autor del trabajo de monografías.com"? Plutarco estaría de acuerdo. Aunque dicen que en sus clases se copiaban todos.

sábado, 5 de julio de 2008

Correcaminos (experimento literario)

Cuando vuelvo desde el trabajo, en el trayecto desde el subterráneo hasta mi casa (unas 7 cuadras largas), suelo entretenerme con la práctica de pequeñas carreras urbanas: "A que alcanzo a la vieja antes de llegar a la esquina", "llego al cambio de baldosa antes de los 4 segundos". Entiendo que esto le pueda parecer infantil a alguien como usted, que vuelve hacia su casa pensando en la influencia de los hugonotes en el Mayo del 68, pero el caso es que esta práctica tiene algunas reglas implícitas:

1) No se puede correr, solamente apurar el paso.

Bueno, en realidad solo tiene una regla implícita. La cuestión es que el otro día estaba volviendo cuando visualicé a la próxima víctima de mi inconmensurable capacidad atlética. Un joven poco más alto que yo con un gorro de lana en el que sobresale un parche de "Los Redonditos de Ricota" a medio coser. Estábamos a mitad de la primera cuadra así que debía bastarme un leve cambio de ritmo para cumplir mi objetivo. Sin embargo, cuando ya casi estaba a su lado, me pareció que miraba por sobre el hombro y aceleraba el paso. Me acerqué nuevamente y lo hizo de nuevo. Mi instinto lúdico trocó en ese momento por un instinto de competencia que haría sonrojar a Freud. Aceleré el paso un poco más solo para darme cuenta de que esta carrera iba en serio. Llegué a la esquina 2 pasos detrás del gigante (sólo su tranco largo explicaba mi derrota parcial) con el firme convencimiento de que, dada la ventaja inicial, no podía darse la carrera por concluida. Al cruzar la primera calle dí un salto innecesariamente largo para evitar un modesto charco, lo que me acercó a un poco más de un paso sin violar ninguna regla. Sin embargo, sabía que él tenía una luz de ventaja en esas piernas deformes, por lo que necesitaría de la estrategia para poder pasarlo. La siguiente cuadra me presentó la oportunidad: dos ancianas que caminaban del lado de la vereda enredando sus brazos. Me posicioné del lado de la calle y, cuando estuvo enfrente y las tuvo que rodear, se encontró con que yo lo pasaba por el costado. ¡Victoria!

Pero enseguida entendí que no podía dormirme en los laureles; sentía esas grandes e intimidantes zancadas acercarse, así que apuré lo que pude. Lejos estaban mis movimientos de la elegancia de los de aquellos que participan de carreras de caminata (sí, existen carreras de caminar, aunque parezca raro) Mis pies se movían frenéticamente en un pingüínico movimiento que me aseguraba -por el momento- la punta. Al acercarme al cruce de la segunda calle me puse blanco: el semáforo estaba en rojo y el tránsito de autos era fluido. Tendría que detenerme y perder la ventaja conseguida con sangre, sudor y un par de ancianas. El instinto competitivo (quizás acompañado de un instinto suicida, no lo sé) volvió a apoderarse de mí: "¡Hasta la victoria siempre!" pensé mientras me lanzaba -en un momento de gran romanticismo- sobre la calle sin más protección que la idea de mantener mi invicto en tales lides.

El ensordecedor sonido de bocinas y el chirreo de ruedas acompañado por un abanico de improperios como música de fondo parecían querer detener mi proeza, pero todas aquellas cosas se desvanecieron cuando, desde la otra orilla, vi el lívido rostro de Gigantón, que no podía dar crédito a sus ojos mientras la derrota le colgaba pesadamente de unas cejas vencidas. Después de disfrutar de esa imagen, y sonriendo como si eso fuese lo cotidiano para mí, me dí vuelta y seguí mi camino.

Dos cuadras después, al cruzar un kiosco de diarios, vi un titular que me llamó mucho la atención. Era sobre un conflicto importante para el país, por lo que me quedé viendo que decía la nota. Al parecer el Gobierno y el sector agropecuario no parecía que fuesen a llegar a un acuerdo. la complejidad del tema me obnubiló, pues no me dí cuenta de lo que hacía hasta que Piernas locas pasó caminando velozmente por mi lado. Con una mezcla de rabia y vergüenza, me lanzé en su persecución. Mientras apuraba el tranco lo máximo posible, pensaba en cómo toda la vida me había alegrado de la derrota de la estúpida liebre de la fábula a manos de la humilde tortuga. Esa fábula tomaba ahora un nuevo color: yo era la liebre... ¡y la tortuga se cagaba en el país! Es verdad que yo ya estaba por llegar a la cuadra en la que tendría que doblar para llegar a mi casa, pero en ese momento no me importó: "si tengo que seguir hasta la Provincia, ¡que así sea!" me dije en un momento pletórico de emoción. Pero la pasión arrebatadora dio paso a la desesperanza ¿como haría para alcanzarlo? La matemática y la física estaban en mi contra, y mi cuerpo no parecía preparado para tal desgaste. Pero entonces, algo mágico ocurrió: el parche de "Los Redondos" de su gorro de lana cedió frente al rozamiento del viento invernal y fue a dar al piso. Nuestro alargado competidor pareció no percibirlo. Entonces, en un esfuerzo sobrehumano y tentando mi capacidad aeróbica, le grité: "¡El parche!". Se dio vuelta con cara de confundido, pero siguió caminando. "¡Se te cayó el parche!" insistí en un tono muy cercano a la súplica. Se paró y se dio vuelta. Lo pasé mientras respiraba con esfuerzo. ahora que estaba adelante me dí cuenta de que no sabía cuál era la meta. Ya había pasado mi casa, y no podía declararme vencedor si no cruzaba al menos una avenida significativa. Pensaba en estas cosas cuando una espigada figura (a veces me parece haber escuchado una risa) volvió a pasar a mi lado...¡trotando!

"¡Hijo de un camión lleno de putas!" pensé, mientras me echaba a correr "¡eso no vale!". Apenas percibió mi carrera, la cosa se descontroló: corríamos los dos como si nos persiguiese una jauría de perros salvajes en celo, esquivando a duras penas carteles, hombre, mujeres, coches infantiles y bicicletas juveniles. Tal era el salvajismo de nuestra carrera, que a las pocas cuadras sentimos el pitido de un policía que se había sumado a nuestro raid. Ninguno de los dos quizo ceder, así que nos encontramos envueltos en una versión subdesarrollada de persecución policial. Mirando para atrás, me pareció ver que el policía se llevaba la mano a la cartuchera. En ese momento, víctima de la obnubilación total -o de la lucidez total- hice un acto desesperado: tacleé a Gigantón.

Se ve que él había percibido la situación porque no se violentó, sino que ambos nos quedamos tendidos en el suelo,inmóviles, jadeantes y tratando de recuperar el aliento. Esto último fue lo que impidió que refiriésemos la historia al policía durante al menos 3 minutos. En ese tiempo, él nos apuntaba con una mirada que oscilaba entre el miedo y el desconcierto. Cuando por fin terminamos de explicarle lo que había pasado (entendiéndolo nosotros a medida que lo contábamos) sacó una libreta y, ofuscado, se dispuso a escribir algo. Luego quedó pensativo, guardó la libreta y nos pegó un cachetazo a cada uno. Se fue dejándonos con la propia mano en la mejilla, en una escena con reminiscencias infantiles. Con Gigantón nos miramos, declaramos un empate con las miradas, y cada uno siguió su camino en direcciones opuestas. Cuando llegué a la esquina de mi casa, vi que a dos metros de la puerta estaba la Señora Gutierrez: "a que llego...".
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