jueves, 28 de octubre de 2010

¡Da la face... book!



Al parecer está siendo furor la película "Red Social", que trata el proceso de fundación de Facebook haciendo una biopic que no deja muy bien parado a su fundador, Mark Zuckerberg. Excelentemente referenciada por la crítica, no sabemos si tales criticas se deben atribuir a la excelente dirección de Davis Fincher, a la sólida actuación de Jesse Eisenberg o al galopante desagrado que provoca que un pibito de 25 años tenga más plata que todos los que leen las críticas juntos. Cualquiera sea la razón, lo interesante es que la película pretende plantearse como un retrato generacional. Es por eso que, en esa clave, desde este espacio queremos contribuir a la conformación de ese mosaico con nuestro pedacito de porcelana.


Casa de la Familia Mendez. 20:02 hs.

- Ernestito, nosotros sabemos que los jóvenes de hoy en día se manejan mucho con eso de las computadoras y la internet. Sobre todo con lo del feisbu...

- Facebook. A Ernesto le gusta esto.

- Lo que nos parece es que se te ha hecho una adicción. Nos parece que tenés que salir, conocer gente...

- Ernesto tiene 642 amigos.

- Puede ser que en la máquina pero, seamos sinceros, tener sólo esos amigos es medio nerd.

- Ernesto te ha invitado a irte a la mierda ¿será posible?

SÍ NO ES POSIBLE

- No lo tortures así, Sergio.

- Ernestito y Mamá ahora son amigos.

- Lo hago por su bien, Claudia. Así no va a lograr nunca ponerse de novio...

- Ernesto está en una relación con Juanita.

- ¿La hija del verdurero? Dale.

- Ernesto ha instalado la aplicación "amigos con derecho a roce".

- Por lo que sé, a Juanita la instalaron todos. ¡A la aplicación digo!

- Papá ha sacado el máximo puntaje en "¿Qué tan hijo de puta eres?"

- No soy yo, es lo que dicen...

- No te enojes, Ernestito, te lo decimos porque te queremos...

- Ernesto ha dejado un mensaje en tu muro: "Dejenme de hinchar las pelotas. ¡Ya soy grande!".

- No te pongas así. ¿No te acordás cuando íbamos juntos a la plaza, a patear al aire libre en la canchita?

- Ernesto te ha etiquetado en el álbum "Parque Centenario '92".

- ¿No estaba bueno? ¿no lo disfrutabas?

- En este momento Ernesto está desconectado del chat.

- Bueno, bueno... Entonces me parece que Papá va a cortar las aplicaciones "Casa y comida", "Ropa" y "conexión a internet" así que contame que puntaje hacés en el juego "Viviendo en la calle".

- Bueno, viejo, vos buscá la pelota. Yo me voy a poner los cortos y vuelvo.
- ¿No te digo, Claudia? Con un poco de ganas uno enseguida entiende de estas nuevas tecnologías.



No, la película no la ví, pero creo que al final se descubre que el viejo de Mark Zuckerberg era Darth Vader.


Pablo ha escrito en su blog: "Que lo disfruten con salú".


Seguinos enermizamente.



viernes, 15 de octubre de 2010

Procrastinación


Me miran. Lo puedo sentir. Si bien un observador neutral sostendría que sólo yacen apaciblemente sin hacer movimiento alguno, yo sé que me están mirando. Y se sonríen, y se burlan de mí. Saben que cuentan con la ventaja que da la necesidad. Saben que tarde o temprano la victoria será suya.

Una pila de finales (5 preguntas, todas de desarrollo) me espera en el escritorio. Hojas y hojas que hablan exactamente de lo mismo. Bueno, eran dos temas, pero aún así. A pocos centímetros, otra pila de trabajos prácticos parece saludarme con sorna. "Y después yo" parecen decirme socarronamente, concientes de que no me interesa lo que tengan para decir. Y eso sin contar que ya corregí un curso entero (cerca de 60 alumnos, 5 preguntas, todas de desarrollo) lo que ha mermado si no aniquilado la motivación que pude haber tenido. Empezar a corregir y ver que mientras la pila de corregidos se mantiene constantemente al ras, la pila de los por corregir parecen aparearse y reproducirse mientras tanto hace que uno reconsidere el valor de la cultura.

Ya no me acuerdo si fue el año pasado o a principios de este mismo año, pero en cualquier caso fue la palabra del año. Un descubrimiento. La palabra procrastinación venía a llenar un vacío léxico en mi vida. Cuando uno le puede poner nombre a las cosas entonces se tranquiliza. Y ese es el nombre perfecto para describir lo que hago mientras escribo este artículo. En este punto ya son 3 los exámenes que no corregí por hacer...que se yo...esto. Así que vamos a procrastinar como se debe, y les contaré como llegué aquí (a este momento, a este estado) aportándoles algunos datos que no les aportarán nada y preguntándoles cosas que quizás nunca se preguntaron (y no por profundas)

Todo comienza esta mañana en la oscuridad de mis aposentos, donde con mi mujer nos enredamos en una competencia de quién lograba postergar más el despertador. Entre snooze y snooze parecía que había un flipper en el cuarto.


No, no este.


Este.


Finalmente gané y -como la competencia me dejó extenuado- festejé quedándome 5 minutos más en la cama.

¿Cuál es su estrategia con el despertador?

a) ponerlo lo más tarde posible y salir a las corridas. ¿Quién necesita desayunar, bañarse o sacarse el pijama para ponerse el traje?

b) ponerlo más temprano para poder hacer fiaca antes de salir de la cama. Como la computadora, entre que se prende y que está lista para funcionar pasa un tiempo. En mi caso se trata de una computadora con Windows 95.

c) ponerlo a la hora que se tiene que levantar. Aunque estrambótico, quizás haya gente que lo haga. Hay de todo en la viña del Señor.

Ya lanzado al mundo exterior, me dirigí hacia el subterráneo. Si bien descarto viajar sentado, sé que depende del día de la semana y la hora, podría viajar en modalidad "caramba, somos sorprendentemente pocos", en modalidad "somos bastantes pero cada cual tiene su metro cuadrado" o en modalidad "estamos violando las leyes de la física y -si alguien hace un mal movimiento- podríamos estar violando a secas". Hoy me tocó la segunda opción (ya deben ser como 5 los exámenes que podría haber corregido) y, como cuando está fresco, la temperatura del subte era agradable. Quizás eso me permitió reflexionar en que , no sólo en el subte sino que en cualquier transporte público, uno suele coincidir con otras personas que realizan "actividades de viaje" de las que uno, a veces con intención y otras sin ella, puede participar.



Cuando viaja en transporte público ¿a qué cosas presta atención?

a) trata de leer las noticias del diario que lee el pelado que está al lado suyo. Algunos con ver algún título se conforman. Otros casi que se fastidian si les pasan la página antes de tiempo.

b) trata de escuchar qué música oye el muchacho del MP3. Dejo de lado al infeliz que directamente comparte sus gustos musicales con el resto de los pasajeros.

c) se contorsiona para tratar de ver el título del libro que lee la chica que está a metro y medio. ¿Qué quieren que les diga? Me provoca curiosidad. Incluso puede generarme simpatía o antipatía dependiendo de lo que esté leyendo. Lectores de Stamateas y Dan Brown, abstenerse.


Si bien indudablemente le prestaría atención,

dudo que me sumase (más de estos aquí)

Todas las opciones son desaconsejables si usted viaja en auto. Sobre toda la de hacer aros. La cuestión es que finalmente llego al trabajo. Me siento en mi escritorio, prendo la computadora y veo que me esperan los citados papeles. Nos situamos aquí en un momento que divide tipos de personas.

Cuando llega al trabajo, usted:

a) Establece las prioridades del día y va sacándolas una a una eficientemente. si yo le dijese que una de sus prioridades es corregir finales de ética (5 preguntas, todas de desarrollo) ¿qué me diría?

b) Se acuesta sobre su escritorio y le dice a su jefe que lo despierte para ir a almorzar. ¿El escritorio no es algo duro? ¿no tienen alfombra en su oficina? ¿qué tal es Narnia?

c) Si bien en un rato empieza con todo, como una computadora con Windows 95, necesita acomodarse en el día y por eso hace una breve recorrida por blogs como Kairós. Que lo disfrute con salú.


8 exámenes y medio. Deséeme suerte.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Lo que nos hizo Sigmund



Señores, el tema que estoy por tocar tiene aristas cuya profundidad va más allá de nuestra imaginación. Sobre todo porque me resulta tremendamente difícil imaginarme una arista con profundidad. La cosa es que abordaré una cuestión doblemente sensible. Sensible por las acaloradas discusiones que genera y sensible por sus consecuencias practicas.

Me referiré a la influencias de la Psicología en la vida cotidiana.

Ya está, lo dije. ¿Cómo que "¿eso era?"? Sepa que camino sobre una cuerda floja enjabonada extendida a 100 metros de altura sobre amenazantes púas rociadas con limón. No tanto por lo que pueda decir la comunidad psi en general (bastaría con pedirles una definición de la psicología para que se empezasen a matar entre ellos) sino porque mi mujer es psicóloga y una patinada aquí podría costarme un par de días durmiendo en el sillón. Debajo del sillón, para ser más exactos.

Por eso renuncio desde ahora a hablar sobre psicología, para simplemente describir qué es lo que la psicología ha alterado en la vida de los legos en la materia. Lo primero que hay que decir es que dado que no tenemos noticia de denuncias de mala praxis psicológica, todo aquél que haya escuchado alguna vez a un estudiante de psicología decir el nombre de una unidad del programa de una materia que estudiaba se siente en condiciones de ensayar teorías e interpretaciones sobre las cuestiones más variopintas. Algún desorbitado tratará de situarme a mí mismo en esta categoría, pero como lo mío no es latente sino manifiesto, está todo bien.

Decía, esto puede dar lugar a los más vergonzosos intentos de interpretación. No importa cuanto intenten los psicólogos convencernos de que algo no puede ser interpretado en el aire, nosotros queremos un par de tips de la misma manera que le pedimos a nuestro amigo que acaba de gastar $2000 pesos en un curso de magia que nos enseñe un par de trucos para impresionar a una muchacha. Y no cejamos hasta que logramos una afirmación taxativa. Por ejemplo:

"Soñar con máquinas hace referencia a la potencia sexual".

- ...y entonces, cuando las papas fritas mutantes -que en realidad eran los primos de un compañero de primaria- venían a hablarme, yo agarraba un aut...digo, un Airbus 7337 y me iba a otro lado. Y entonc... momento, pero el avión iba lleno de minas lindas ¿eh? Porque ya veo que como había pibes en el sueño y una máquina vos pensás que soy gay. No, en realidad eran primas. Sí, eso, primas pechugonas.

El primer concepto psicológico que asimilamos es el del complejo de Edipo. Y la primera reacción es la del rechazo simple y llano. "¡¿Con mi vieja?! Estos están todos podridos. ¡Podridos!". Al poco tiempo, aceptamos que para poder fungir de psicólogos debemos aceptar este principio. Pero, con esa aceptación, a la vez que se rompe en nosotros la pureza del recuerdo infantil, se erotiza la relación filial. Los niños ya nos son angelicales criaturas cuyas potencialidades serán desarrolladas merced de una cariñosa educación, sino potenciales parricidas a la espera de una oportunidad*. La sospecha cunde. Ya nada es lo mismo.

Antes de Freud:

- Mamá, te quiero mucho.

- Yo también.

Después de Freud:

- Mamá, me resultás simpática de una manera asexuada, más cercana al ágape que al eros.

- ¡¿Dónde está tu padre?! ¿qué hiciste con él? ¡habla, bastardo, habla!


Antes de Freud:


- ¿A quién querés más? ¿a tu papá o a tu mamá?


Después de Freud:


- Inconscientemente, ¿a quién preferís matar? ¿a tu papá o a tu mamá?


Esta sospecha se disemina por nuestra vida. Creemos que, al haber sido introducidos en los misterios del Arcano, podemos detectar las interpretaciones que se tejen en torno a nosotros. Como si se tratase de un juego de espías, nadie quiere dar pie a una interpretación. El silencio se cierne sobre hombres y mujeres de ceño fruncido y pipa imaginaria. Sólo los valientes se atreven a afirmar algo...



- Sos un pelotudo.

- ¿No estarás proyectando en mí aquellos aspectos de tu personalidad que no toler...?

- No, no, sos un pelotudo.

- ¿O estás sublimando una animosidad pretérita que...?

- ...en lugar de en el lavavajillas, metiste los platos en el lavaropas. Sos un pelotudo.


Intenta resistir, pero sabe que es carne de cañón. O de diván, lo que en este caso sería homologable. Es conciente de que tarde o temprano surgirá el complejo tema de los complejos. Y él se sabe tan pero tan acomplejado que tiene, a la vez, complejo de superioridad y de inferioridad. Por eso, entre tímido y altisonante, espeta: "¡Pero callate, taradito! ¡Yo soy mucho más infeliz y miserable que vos!".


Y vuelve a callar. Por la confusión de su interlocutor y porque teme cometer un acto fallido. Esas malditas palabrejas que escapan de la represión y se cuelan en el discurso conciente. Por eso calla.


Pero, vamos, que un acto follado le puede tetas a cualquiera.







* Al parecer, la visión negativa de los infantes (a los que llama "perversos polimorfos") que se detecta en la obra freudeana, está directamente ligada a una mala lectura del Mio Cid. Freud pensaba que los "infantes de Carrión" eran en realidad dos niños pequeños.


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