lunes, 22 de diciembre de 2008

Los ornitorrincos depresivos de Kairós


Todo aquél que haya visto suficientes películas pochocleras sobre la vida universitaria desde los 80 para acá sabe perfectamente un par de cosas sobre el sistema educativo norteamericano:

a) la universidad es una época de descontrol juvenil más ligada a la cerveza y "a las chicas" (sic) que a la formación en un determinado campo del saber.

b) todas las universidades tienen algún animal representativo, ligado principalmente al equipo de futból americano (nótese la acentuación)

c) los capitanes de la opción "b" son los representante arquetípicos de la opción "a".

Ahora bien, el consumo masivo de comedias universitarias de fines de los 80s y principios de los 90s ("Porky' s", "La venganza de los nerds", etc..) por parte de los jóvenes neouniversitarios argentinos trajo aparejada una serie de desencantos que impactaron fuertemente en su conformación psíquica. Los estudiantes de ingeniería, luego de mirar su entorno, se preguntaban donde estaban esas chicas que las películas prometían, ya que no sólo 98 de cada 100 ingenieros eran varones, sino que además las chicas que habían generalmente los aventajaban en altura y fuerza de brazos. Al resto de los universitarios no les fue mucho mejor, pues los que sí tenían contacto con mujeres veían como las frases picarescas que hacían las delicias de las jóvenes que veían en sus VHS no respondían en el mundo real de la misma manera: el cancherísimo "¿qué dices si nos vamos de aquí?" con el que el macho universitario arrastraba a la porrista de turno frecuentemente recibía respuestas menos satisfactorias del tipo: "diría que sos un pelotudo"; "espero que estés hablando de vos y los babosos de tus amigos". Tampoco surgía efecto la libidinosa pregunta "¿tu casa o mi casa?". Las mujeres solían reemplazar la disyunción exclusiva por una conjunción, para expresar la bifurcación necesaria de los destinos finales.

No obstante, a pesar de tan notorios fracasos, hubo quienes quisieron llevar hasta el final esta imitación. "El problema no es el sistema. El problema es que no se ha implementado hasta el final" decían estos jóvenes a quién los quisiese escuchar. Muchos mantuvieron sus dichos y se enrolaron en el Partido Comunista. En fin, la cuestión es que estos grupos radicalizados sentían que para lograr el éxito en esta empresa debía cambiarse la cultura universitaria, y que eso se daría simplemente con la adición del nombre de algún animal a los equipos deportivos universitarios. Para llegar a esto se hicieron pruebas piloto en clubes, escuelas secundarias y universidades. Los detractores de este proyecto argüían que en jardín de infantes ya dominaban estas prácticas y que eso no los había ayudado a "conseguir chicas". Pero nada de esto detuvo a nuestros héroes. Lo que los detuvo fue el fracaso puro y duro.

El primer experimento fue con "Los buitres de GEBA", nombre que se le dio al equipo masculino de hockey sobre cesped. A las pocas semanas los jugadores se quejaban de que el sobrenombre no los había favorecido para nada en la vida social, sobre todo con las chicas del equipo femenino. Algo similar sucedió con "Los perros de Cambaceres", que sufrieron el escarnio de sus contrincantes como nunca en la vida. Peor fue el caso de "Los Alces de San Fernando", equipo de natación conocido por las infidelidades a las que los sometían sus novias durante las largas giras que emprendían. No ayudaba la arenga que se hacían de "sacar a relucir los cuernos". Pero todo esto fue un aprendizaje. Se vio la necesidad de que el animal elegido simbolizase virtudes del deporte en cuestión. Así, el equipo de basquet de "Los Gorilas de Villa Ballester" logró una cierta aceptación hasta que empezó a sufrir ataques y escraches por parte de miembros de la Juventud Peronista. Pero el caso que fue simultáneamente el cenit y la caída de este proyecto fue el del equipo de handball de la escuela nocturna n°4 de Berazategui.
"Los gatos de Berazategui" lograron una repercusión sin par. "¿Viste los gatos de la nocturna?" se escuchaba decir frecuentemente entre los parroquianos. La cosa se fue de madre cuando aparecieron fotos de a un reconocido intendente saliendo de un albergue transitorio con la arquera del equipo.

Desde entonces nadie ha tratado de volver a emular ciertas prácticas del sistema educativo norteamericano...y la escuela nocturna n°4 ya no tiene equipo de handball.

2 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

No está mal eso de los ornitorrincos depresivos. Descalificar a un ornitorrinco no es tarea para cualquiera. Yo creo que ese mote tiene futuro en cualquier deporte.

En cuanto a los Estados Unidos... nosotros tenemos esa habilidad. En la universidad o en cualquier otra parte: Copiamos todas las boludeces, y todo lo malo.

Un saludo.

Pablo dijo...

El copiar indiscriminadamente características de otros es -justamente- la virtud del ornitorrinco. ¿O se le ocurre que esta especie de nutria con pico de pato tenga alguna otra?

Lo dejo porque tengo una fiesta en la fraternidad.

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