lunes, 20 de diciembre de 2010

No me pidan que cabecée (parte II)


Que nos ayudan a elaborar cosas; que la vida es uno; que son imposibles de distinguir de la vigilia; que son hermanos de la muerte; que están regidos por el principio del placer y no por el de realidad; que serán ellos mismos pero que aquí se hacen realidad; que se alcanzan si uno los desea con suficiente fuerza...

Muchas cosas se dicen sobre los sueños. Pero lo que ni Freud, ni Descartes, ni los griegos, ni Berugo Carámbula ni los cantautores romanticones nos dicen es cómo lidiar con ellos cuando nos acechan en momentos no destinados para la actividad onírica. Cuando irrumpen, arrogantes, en medio de nuestra jornada; sin preguntar si el momento es apropiado; sin importarles que nos estén mirando o incluso dirigiendo la palabra. Y nosotros peleamos, a brazo partido, por conservar los párpados plegados sobre nuestros globos oculares, luchamos por no poner los ojos en blanco; por no sucumbir ante un ciclo REM que no hemos invocado; por no babearnos. Condenados a la derrota, vencidos antes de presentar batalla, vamos deformando nuestra mejilla contra la palma que intenta sostenerla.

Señores, este artículo es una reparación histórica. Hace ya mucho tiempo volqué en este blog mis elucubraciones al respecto. Y prometí una segunda entrega que tardó más en llegar que Volver al Futuro II. Bueno, no tanto, pero bastante. Y en este caso no tiene un nivel similar a la anterior. En ese sentido, esto sería más como Volver al Futuro III, Sí, la del Viejo Oeste (o del Viejo Este, como lo llaman los japoneses)

La cosa es que me gustaría bajar de la teoría a la práctica. Por eso, y simplemente para colorear lo ya sostenido, mostraré cómo (me) afecta el sueño en la rutina diaria cuando he dormido menos de 8 horas (que, desde hace 3 años y medio, eso implica los últimos 3 años y medio).

Caso 1: llegando al Nirvana en el laburo (o "¿te sentís bien, flaco?")

Mi rutina laboral se divide entre momentos de dictado de clases y otros de oficina. Estos últimos se desarrollan en una suerte de cubículo de paredes bajas conectado a otra serie de cubículos de paredes bajas. O sea, nos vemos todos.

Me encontraba yo en un momento de estudio y después...bueno, recuerdo que miraba fijamente un libro cuando el libro dejo de tener sentido. Las oraciones se sucedían sin que significasen nada, reproduciéndose en mi cabeza de la misma manera que lo hace el sonido de la heladera, que uno no percibe hasta que se corta. Poco después, las letras mismas dejaron de serlo para transformarse en extraños signos más propios de la piedra Rosetta que de una fotocopia de $6,50. Eso es lo último que recuerdo. Hasta que, después de vagar quién sabe por donde, mi alma volvió a mi cuerpo sacudiéndolo como quién se despierta luego de haber soñado que se caía. O quizás así haya sido. Lo cierto es que en todo momento yo estuve en la misma posición. Sentado y con la cabeza mirando hacia abajo.

Rato después hablaba con una profesora sobre otra cosa y me preguntó: "¿te sentís bien? No, porque te ví medio...cansado" (se ve que decir "dormido" le debe haber parecido muy fuerte). "No, estoy bien, sólo meditaba unas ideas".

Ideas que meditaba en esos momentos:

- ¿Como es posible que esté jugando a los tazos, si estoy en 1720?

- Si nado hasta Ushuaia, no paso por ningún supermercado.

- ¿Qué diablos hace aquí Graciela Borges, de nuevo?


Caso 2: los apuntes (o "¿qué quería poner cuando puse lo que puse o cuando no puse lo que debería haber puesto para que se entienda qué quería poner?")

Parte de la culpa de mi estado de constante ensoñamiento la tienen los dos años de cursada de una maestría. Terminada la cursada, repaso los apuntes en busca de pistas para trabajos que debo presentar. Las pistas son inequívocas: viví en un estado de constante ensoñamiento.

Si las líneas sismográficas que reemplazan a mi letra en determinados momentos no fuese suficiente indicio, los infinitos baches argumentales de mis apuntes son justificados eventualmente por autonotas del tipo "aquí me quedé dormido", "y aquí", "y aquí también", "definitivamente no fue una buena noche" o "¿por qué no me despertaron cuando terminó la clase?".


Lo que es importante que retenga es que he sobrevivido a esta protonarcolepsia y que eso nunca se ha interpuesto en la finalización de una actividad. Más bien todo lo contrario: me ha obligado a finalizarlas.


Ahora les dejo algo para que puedan disfrutar con sa...



15 comentarios:

Canoso dijo...

Dijo Carlomagno: "El sueño de los que están despiertos es la esperanza."

Dijo Berugo Carámbula (o Carugo Berámbula): "Lo malo no es soñar en clase sino tener una letra espantosa."





Y otra cosa: yo no soy "yanqui" ni "ponja" así que desde mi ubicación eso es el lejano Noroeste.
Abrazo
(Y lo felicito por sus ganas de seguir estudiando)

Ochurus dijo...

Oiga!! Pero entre esto y los post que escribe sobre rascarse en el laburo la gente va a pensar que usted es un ñoqui!!


la gente...y yo!! La próxima vez que llegue cansado a casa le voy a largar la carcajada!






pst! usted se babea cuando duerme?
menos mal que siempre me duermo antes...

Sir Lothar Mambetta dijo...

Es dura la vida del soñoliento. Ni los hermanos Hawkins (Stephen y Screamin’ Jay) pudieron explicar cómo puede ser que si uno se pasa una tarde cabeceando de sueño, perdiendo la consciencia en repetidas ocasiones, el tiempo se estire hasta el doble de su longitud habitual.

Lo de Ushuaia y los supermercados es cierto. Lo increíble es que lo mencionara Julio Verne en “20.000 leguas de viaje submarino” décadas antes de su comprobación científica. Un adelantado.

Gran(des) artículo(s, los tres).
Un abrazo y que descanse.

Yoni Bigud dijo...

Yo jamás me duermo. Me pierdo en mis propios pensamientos con los ojos bien abiertos, hecho por el cual la gente suele pensar que soy estúpido, y no me tienen la más mínima piedad.

Sepa que lo envidio. Lo que daría yo por una profesora que me amonestara con esa elegancia.


Un saludo.

Anavril dijo...

Justo hoy que por primera vez perdi la combi del laburo y me tuve que tomar el de 20 asientos... Juro que me levante para bañarme...recuerdo haber ido a revisar a la pequeña, taparla, apagarle el ventilador....luego en vez de enfilar pa´l baño...volvi a acostarme y abri los ojos una hora y media despues...lo que mas odio es hacer el repaso mental de ..¿Qué día es hoy??? Maaaarteeesss y que hago a las 8:10 de la mañana en la camaaaa????!!!!

Mecha dijo...

"No, estoy bien, sólo meditaba unas ideas"


jajajajaja... me hizo acordar a una amiga que, cada vez que viajamos el la ruta, se convierte en la anti-copiloto, y que luego de escucharla roncar un rato la despertamos y se manda el consabido:

"No estaba durmiendo, estaba descansando los ojos..."

Viejex dijo...

Me fumé los tres artículos y al final sigo pensando en los tomates, las papas paralelepípedas y en el jamón de Graciela Borges. Además de sueño tengo hambre.

Pablo dijo...

Carugo, entonces tengo la esperanza de que este sea un año de mayor esperanza.

Ouchurus, yo comparto algunas agachadas para que la gente pueda empatizar. Enumerar mis virtudes podría situarme en un pedestal inalcanzable que... bueno, ya voy, ya voy.

Y no dije que yo me babeara sino que un ser abstracto que trata de evitar el sueño se babea. O sea, es una baba hipotética.

Sir Lothar, gracia. Le pido disculpas por haberlo hecho leer(los) pero cuando uno tiene pocas ideas y ya ha desarrollado una de ellas, lo mejor es optimizar(las)

Yoni, para que se sienta mejor, existe un estadío previo conocido como "la caída de mandíbula" en la que, mientras mi cuerpo le comunica a mi cerebro que no está en condiciones de prestar atención, adopto una mirada fija acompañada de una boca ligeramente abierta que lo haría parecer Stephen Hawking...digo, Borges...digo, Einstein...no, tampoco. En fin, que lo haría parecer alguien inteligente con cara de inteligente.

Anavril, ah, la elasticidad del tiempo. El famoso pestañeo de una hora y media. Pero eso pasa cuando uno está cómodo. Si no, la opción es la que marca Mambetta.

Mecha, yo también tengo un amigo conocido por su inutilidad como copiloto. Del "yo te banco" al ronquido en 3,6 segundos.

Nefertiti dijo...

Soy de esas personas que necesita dormir 8 horas... y nunca lo logra.

Después de almorzar, y teniendo el ventanal de la oficina detrás de mi espalda, imaginese que mantenerse despierta con el solcito pegando es tarea de titanes. He llegado a decir que bajaba un minuto al quiosco solo para despejarme. A veces quisiera tener mi oficina solo para cerrar las persianitas y echarme un siestorro.

Martín dijo...

La metáfora de leer el libro y que las las oraciones sonaban a ruido de heladera es excelente.
Muy rara vez, cuando no logro dormirme, agarro un libro que tengo en mi mesa de luz, ahora solo tendré que pensar en heladeras.

Conozco gente que afirma irse a dormir al baño, cuando el sueño lo aborda en horas laborales. A mi me dá mal olor esa idea, pero quién sabe.

Muy bueno su artículo. Le mando un abrazo

Pablo dijo...

Viejex, me alegro por lo menos de que los artículos no le hayan parecido indigestos.

Nefertiti, ¡oh, el post almuerzo! ¡oh, hora nefanda! ¿y con solcito en la espalda? Lo suyo es de una fortaleza hercúlea. Le iba a decir qué es lo que he llegado a hacer yo, pero tiene que ver con lo que cuenta Shimmy. Venga.

Shimmy, yo me he ido a dormir al baño. Recién llegado del exterior y aterrizado directamente en el trabajo, he terminado abrazado al portarollos 'Valot'. No fue uno de los momentos más altos de mi trayectoria profesional, pero un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer. No, en este caso era dormir.

Y felicitaciones por los 100 artículos. Mis disculpe que no comentarle oportunamente.

Damaduende dijo...

Yo también he sabido ser de los que ante el embate del sueño parten para el baño y en algún cubículo bajan la tapa, se sientan en el inodoro y palman por al menos cinco minutos.
No era maravilloso, pero bueno, yo era joven, y tenía una vida social nocturna, y trabajaba en un banco... y hay cosas que no combinan...
Ahora? No, no, ahora ya no tengo vida social nocturna. Ah, sueño. Sí, todavía sigo teniendo sueño. Pero ya no duermo en los baños, ya no disimulo. Si la biblioteca está vacía, me apoyo en el respaldo de mi silla y cierro los ojos.
Falta mucho para sus vacaciones? Digo...

Jorge del Camino dijo...

hace años lei un libro llamado kairos publicado por alguien de caballito.....¿algo que ver?
jorge

Pablo dijo...

Guada GN, no falta tanto para mis vacaciones. Y son tiempos de bibliotecas vacías (en mi caso es una analogía, aunque las bibliotecas aquí...deje) así que todo está más tranquilo. Además, este año hemos localizado unas instalaciones que creemos que nos permitirán descansar con y de las niñas.

Jorge, bienvenido. No, lamentablemente, nada que ver. Por ahora yo soy inédito. E inaudito.

¿Por lo menos estaba bueno el libro?

Pablo dijo...

Acabo de releer la última frase de mi respuesta a Shimmy. ¿En qué estaba pensando?

Con razón sigo inédito.

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