miércoles, 1 de octubre de 2008

Mis más sinceros deseos


Yo creo que soy una persona más bien optimista. No es que no repare en los aspectos negativos de las cosas con las que me toca convivir: no soy un negador ni un idiota. Sólo creo que antes de hacerse mala sangre por algo, hay que ver si lo amerita. Esta actitud tiene algo de virtud y algo de indolencia. Soy de los que, si el auto en el que viajamos está cayendo por un precipicio, diría: "Bueno, vamos a morir. Pero tratemos de no gritar en el camino". No obstante, hay algunas actitudes que logran romper esta coraza. Cuando eso pasa, no puteo. Eso sería muy simple. En ese momento pienso que esa persona tiene un lugar reservado en el infierno. Usted me objetará que le parece un poco exagerado, una reacción desproporcionada. Yo digo que hay ciertas actitudes que implican la maldad lisa y llana sin capacidad de arrepentimiento.

Algunas acciones y actitudes merecedoras del infierno:

- "colarse" en las filas.

- pasar por la banquina durante un embotellamiento en la autopista.

- no dejar el asiento en el transporte público a una embarazada, a una anciana o a una anciana embarazada.

- decir "no es mejor ni peor, es distinto".

- terminar cualquier discusión con la frase "bueno, esa es tu opinión y esta es la mía".

Pero hay entre todas estas personas un especimen que merece el más profundo de los círculos del infierno: la persona del servicio de atención al cliente de una empresa telefónica. Muchos piensan que los que atienden no tienen la culpa, que las directivas vienen de arriba y no hay nada que puedan hacer. Estoy de acuerdo con que las indicaciones vienen de arriba, descarto que las compañías telefónicas son manejadas por Satán. De ahí que estos personajes no sólo merezcan el averno, sino que además son funcionales a él. Podrían servir para torturar al resto de los condenados. Su culpa no está en la toma de decisiones, sino en la defensa ladina de estos intrincados mecanismos de estafa; el no ponerse del lado de los seres humanos. La aparente bonhomía con la que se expresan después de ser puteados sistemáticamente a lo largo de todo el día sólo demuestra que disfrutan haciendo sufrir al prójimo.

Aquí una muestra gratis de como se desarrollan esas conversaciones dantescas:

Operadora: - MangoStar. Buenos días. Mi nombre es Vanina ¿en que puedo servirle?

Benegas: - sí, ¿qué tal? Mi nombre es Pablo. Yo tengo un abono de $35 pesos finales y este mes me cobraron $87.

Operadora: -ahá ¿cuál sería el problema?

Benegas: -ese. En el pago fácil no me dejan pagar menos.

Operadora: - No. Va a tener que pagarla toda.

(primera alarma, la respuesta no es la que queríamos escuchar)

Benegas: - ¿Cómo? Pero mi abono es mucho menor.

Operadora: - Debe ser un error. Yo le puedo tratar de averiguar qué sucedió, pero tiene que pagar todo lo que sale ahí.

Benegas: - no entiendo, ¿ustedes se equivocaron y yo tengo que pagar más?

Operadora: - Exacto. ¿Puedo ayudarlo en algo más?

(segunda alarma, el sentido común es pisoteado con una sonrisa)

Benegas: -Quiero presentar una queja.

Operadora: -Muy bien, aquí dejo constancia de que usted está disconforme.

Benegas: -¿No hay algún adulto responsable con el que pueda hablar?

Operadora: -No estoy autorizada a dar esa información.

Benegas: - ¿Como que no p...? (conteniéndome) Quiero darme de baja.

Operadora: -Muy bien. Para eso necesito que pague toda la factura. Además, las bajas sólo se toman las noches de cuarto creciente, a las 3:23 de la mañana en una estación de tren vacía a designar 5 minutos antes y tiene que presentar su documento, un certificado de nacimiento, 2 fotos de 3er grado y 2 testigos que digan que usted conocía la palabra "belfo" antes de afiliarse.

Benegas (vengativo): -¿Saben qué? No voy a pagar nada. JA, JA, JA, JA. Y ninguno de mis amigos va a volver a usar su compañía. ¡Que me vengan a buscar!

Operadora: -Lamento informarle que si no paga se le congelará su cuenta de sueldo, se le cortará la luz en su domicilio y su hija se contagiará de varicela.

Benegas: -¡Pero por qué no se van a la p..., %&$#%%!

Operadora: ¿Desea contratar nuestro servicio de banda ancha?

Palabras más, puteadas menos, todos terminan dándose cuenta de que han entrado en un callejón sin salida. El alma ya no se vende en ceremonias elegantes como las del Mefistófeles de Goethe sino en contratos -en apariencia inocuos- con compañías telefónicas. El ente regulador puede decirle que usted tiene razón, pero presentar una queja le llevará casi tanto trabajo como darse de baja. ¿La solución? Empiezo a pensar que una comunidad Amish no debe ser un mal lugar para vivir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No es casual que ya no haya mas ventanillas con personas, ahora son "Call centers" o centros de atencion, donde el atento debe ser uno para que no lo pasen como alambre caido.
Ademas tienen la escuela Tangalanga, siempre imperterritos.
-Tengo que pagar?? andate a la @#%&***#!
-Perdón, en que sentido me lo dice.
En fin, lo de la comunidad Amish no es malo... para comunidad Amish marque uno...

Pablo dijo...

Como bien dice, yo obvié toda una lucha anterior, que es la de llegar a hablar con una persona.

¿Tuvo que escuchar 7 opciones de las cuales ninguna le servía? ¿mintió con respecto a la opción deseada sólo en la esperanza de que esa opción conduzca a un operador?

El que dijo que "mal de muchos, consuelo de tontos" claramente no pasó por la traumática experiencia de un call center: o es un psicópata antisocial o es un amish.

Anónimo dijo...

yo trabajé en un call center...perdón... mas de una vez dejé hablando sola a la persona para decir después de un rato "ahá", y seguramente del otro lado pensaban "me contesta cualquier cosa!!son robots!!"
Pero también me violentaba seguido cuando del otro lado me preguntaban 500 veces lo mismo...no seguía el protocolo
mea culpa, oh! mea culpa!

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