No somos como olas que se rompen sino como pirámides que se construyen.
Esta oracúlica frase que da comienzo a este comoelcúlico escrito refleja una realidad antropológica: nuestra misma persona es en el presente el fruto de una sumatoria de realidades que se dieron en el pasado. No fue hoy que aprendí a leer, no fue hoy que conocí internet y no fue hoy que decidí escribir en un blog. Todo pasó hace tiempo, pero es lo que hace que este escrito pudiese ver la luz, es su condición de posibilidad. No me detendré en los pequeños de espíritu que alegan que estaban mejor cuando yo no sabía leer, sino que desde este poético lugar insistiré en la importancia de la memoria en la conformación de ese centro propio que damos a llamar el "yo".
Pero los lectores atentos sabrán que la cosa no puede terminar ahí. Reclaman para sí alguna consecuencia insignificante que pueda ser llevada hasta el absurdo (lugar cada vez más frecuentado en este espacio) Ustedes se lo pierden. Yo trato de edificarlos pero insisten en transitar el inconsistente y chabacano sendero de los tomates. Pues bien, ahí vamos.
Sin que vaya en desmedro de lo dicho sobre lo intrínseco de la memoria en nuestra personalidad, sí es verdad que a veces la memoria necesita que le demos algunos empujoncitos. Que dejemos algunos objetos cuál migas de pan de Hansel y Gretel para poder desandar la historia de nuestra vida con cierta rigurosidad. Si uno dejará los recuerdos a merced de ellos mismos, la imaginación se ocuparía de tapar inopinadamente los cada vez más abundantes baches hasta formar un recuerdo distorsionado cuando no una historia totalmente fantasiosa. Así, las vacaciones en Playa Grande del 83 se transformarían en una batalla mano a mano contra un tiburón, y la vez que hablaba con Juana y se me escapó un pedazo de comida para ir a parar a sus bucles pasaría a ser un relato de cómo una mujer se rindió en mis brazos merced de una labia entrenada.
Quizá anoticiado de esta necesidad de dejar rastros, desde muy chico desarrollé una tendencia descomunal a juntar porquerías. Incluso iba más allá y la convivencia de dos porquerías de la misma especie trocaba inmediatamente en una colección. Un tío encontró la patente de un auto caída en la calle y me la regaló: empecé a coleccionar patentes; en un campeonato infantil me regalaron un banderín: pasé a coleccionar banderines; en un viaje en avión me dieron una Pepsi brasilera con un diseño original: hace poco mi madre me envió una carta documento diciendo que si no me deshago de las 200 latas que hay en su casa va a iniciar acciones legales. No estoy contando aquí las revistas El Gráfico que van desde el 86-87 hasta el 2000. Por suerte, esta tendencia fue compensada por las continuas mudanzas que he emprendido y que me han obligado a filtrar cada vez este caudal de recuerdos. Si no fuese porque me mudé una cantidad de veces que hace sospechar que soy gitano o estoy en un programa de protección de testigos, probablemente estaría escribiendo esto desde una pila de objetos inservibles entre los que se distinguirían una Billliken, 1 lata de Tab y el album de figuritas Madballs (único que completé en mi vida y que sucumbió en uno de los tantos filtros)
Pero sé que no estoy sólo entre los que guardan cosas más allá de su vida útil. Hay algunas personas que consideran que todo se puede guardar y que la basura es simplemente el resultado de una pobre planificación. La pregunta obvia es ¿por qué hacen esto? Ensayaremos dos respuestas:
a) por el valor sentimental.
b) porque piensan que "podría servir en algún momento".
Ahora diremos que por suerte era un ensayo, que con esos argumentos uno no puede presentarse en ningún lado. Agregaremos que la persona que los planteó es un imbécil y que no merece el O2 que consume. Y, después de eso, las refutaremos:
a) Es cierto que algunas cosa podrían tener algún valor testimonial, algo así como un hito de la propia vida. Como el DNI por ejemplo. Pero ¿hasta donde es lícito llevar este principio? Todo aquél objeto que dure en el tiempo es potencialmente un testimonio histórico personal. Pregunto esto dramáticamente ya que el otro día descubrí en una caja carnets vencidos de clubes de los que ya no soy socio, un colmillo de tigre de mi papá que me recuerda a cuando pensaba que tener un colmillo de tigre era algo copado, una manta espacial de la NASA sin abrir que compré en el Instituto Smithsoniano... Ya lo he dicho, este camino conduce a la pila de basu...de recuerdos.
b) Esta segunda respuesta goza de mayor prestigio. Fotocopias de textos que alguna vez nos interesaron, partes de cosas, objetos inverosímiles... Todo puede llegar a ser útil, a ahorrarnos una ida a la ferretería, el supermercado o el local de todo por dos pesos. El problema de esto es que no es real. ¿Por qué
b1. Hay cosas que nunca van a tener su momento: "¿cómo voy a tirar un control de Colecovision? Imaginate cuando sea compatible con PlayStation 7, se nos rompa un control y tengamos que definir el campeonato de Winning Eleven 34. Ahí te quiero ver". Yo también.
b2. Si acaso llegase el momento donde necesitásemos esa cosa, tendríamos que recordar que la teníamos, lo cual es altamente improbable:
- Estamos en la final del Winning Eleven 34 de Playstation 7, a la que nunca nadie había llegado y se nos rompió el control. ¡No puedo creerlo! Si tan sólo tuviésemos un control de la vieja Colecovision podríamos seguir...
- Sí, que cagada, che.
- ...
- ...
b3. En el caso de que se alinien los astros y se da la casualidad de que uno se recuerde que guardó eso, todavía resta acordarse donde corno quedó: "Yo tenía uno.... La última vez que lo vi estaba con la colección de latas..."
Lejos de mí está querer desalentar estas costumbres, por lo que no propongo hacer el calculo de si valió el costo de almacenamiento en los casos en los que efectivamente se encuentra lo buscado.
Algunos me dicen que soy un descariñado, que uno debe guardar los objetos preciados aún a costa de resignar cierta comodidad o algunos ambientes de la casa. Otros argumentan que la Memoria es la madre de las musas y que yo soy un infeliz. Y quizás tengan razón. Ojalá alguna vez me encuentre con más de una persona que piense así. Entonces podría empezar una colección.
12 comentarios:
Yo colecciono desde hace inmemorables años sobrecitos de azúcar. Si, de esos que te dan 2 en cualquier cafetín porteño (en el interior a veces te dan tres).
Por momentos pienso que los guardo por el motivo A, tal vez en el año 2.538 tengan otro diseño y alguien comente: "uy, mirá como eran los sobrecitos de azúcar allá por el 2000.
Pero estoy casi seguro que los guardo por el motivo B. Una vez que las fuentes potables de agua dulce se acaben, podré neutralizar toda el agua salada del globo con mis 39.741 sobrecitos de azúcar... igual no creo que pasen de la próxima mudanza...
Cuando era chica coleccionaba, obbbbviamente figuritas, más adelante fueron stickers, y de adolescente me agarró la locura de coleccionar llaves (viejas e inservibles por supuesto, no andaba con el llavero de San Pedro.)
Ahora, si bien tiendo a guardar porquerías "por las dudas", cada vez más me agarran los ataques de tirar todo a la basura, exagerando un poco a veces y tirando cosas que son útiles y no entraban en la categoría de porquerías...(ej: tiro estudios médicos que acumulé desde el 2001...incluyendo las últimas ecografías que tenía que llevarle al médico en la próxima consulta)
...y bué...
No podría estar mas de acuerdo.
No somos olas que se construyen sino pirámides de basura que se rompen. No, perdon, que no somos olas de basura que las pirámides... no tampoco...¿como era?
No somos nada.
Ludmila, hoy miré un sobrecito en un café y estuve a punto de guardarselo, pero después pensé que en un mundo sin fuentes de agua potable usted tendría demasiado poder, se le subiría a la cabeza y terminaría subyugando a la humanidad bajo un régimen tiránico. A menos que se mude en el medio, claro está.
Ouchurus, ¿llaves? yo consideraba que había juntado porquerías pero ¿llaves? ¡Un momento! ¿qué relación tiene esa colección con su colección de estereos?
Viejex, es como dice: no rompan las olas con la pirámide de basura.
Del polvo venimos y por eso ensuciamos el parquet de la entrada.
La primera frase me dejó atónito. Le juro. Si estaba buscando generar una mística para su artículo, de alguna oscura manera lo ha logrado.
Yo guardaba -y aún conservo- todos los encendedores que pasaron por mis manos durante los casi veinte años que fumé. Pero ahora que usté me dijo que eso se llama colección, me siento un paparulo.
En rigor de verdad, todavía no los tiré porque no sé dónde están, pero cuando los encuentre...
voy a construir una pirámide.
Un saludo.
Su post me dejó anonadada..
La sumatoria de mis realidades dió de cara contra la pared cuando conocí la sumatoria de las realidades del Gordo(mi pareja).
Resulta que tiene no menos de 200 cajitas de fórforos de todo tamaño, tipo y color..
Esas son las que están a la vista..
Vaya a saber uno donde quedaron las 500 restantes..
Me mudé hace poco y no recuerdo donde las dejé..
Usted dirá que al menos es una opción b con sentido.
Nop, lamento disentir con Usted, el Gordo no me deja tocarlas.
Hace unas semanas me quedé sin encendedor(algo extremadamente raro e inverosímil en una fumadora de mi talante), y recurrí a los dichosos fósforos. Una pena que no me diera por salir a comprar un encendedor, me hubiera ahorrado el griterío..
De la sumatoria de mis realidades no hablo, baste con decir que tengo un problema grave con los artículos de maquillaje femenino..
Un respetuoso abrazo! :)
Hay algo más copado que tener un colmillo de tigre?
Aprovecho y les comento a los lectores que ayer Pablo fue papá por segunda vez.
Ahi tenes Huguillo. En 4 minutos diste la respuesta.
Si hay algo mas copado que tener un colmillo de tigre, es tener un hijo e tigre.
Felicidades, Pablo. Como se llama la bestia?
¡Nuestro Pablo fué papá?
Felicidades...
bienvenido/a al mundo.
Besos para todos, la mmaá, la abuela escritora la otra, y por supuesto al BBy al Papá.
Cumplo con mis obligaciones bloggeriles luego de un impasse cuyas razones han tomado estado público. En esta nueva situación, solo puedo decir que, si es verdad que el tiempo es dinero, alguien me debe mucha plata.
Yoni, ¿mística? ¿en serio? ¡Uau! Desde ya buscaba algún golpe de efecto, generar alguna curiosidad, pero no pensé en llegar a tanto. A ver, me espera un cachito...¡MAMÁ, HOY ME DIJERON QUE PUEDO GENERAR MÍSTICA!Gracias. Usted es siempre muy amable.
Lamento que el rótulo "colección" lo haga sentirse un paparulo. Para saber ¿bajo que denominación estaban antes los 300 encendedores inservibles?
Fabiana, mi viejo también tiene una colección de cajas de fósforos. Entiendo que tiene que ver con reflejar una cantidad de lugares en los que uno estuvo. Aquellos de donde uno se puede afanar cajas de fósforos más concretamente. Lo positivo es que es una colección que no demanda un centavo, lo malo es que al parecer la ausencia de un fósforo le resta valor al todo. Mi consejo: la próxima vez agarre uno de las cajas del fondo y restituyalo por uno de esos palitos para esparcir la sombra. El Gordo no va a notar la diferencia.
Huguiyo, yo le puedo conseguir uno a un precio muy accesible.
Le agradezco haberse hecho cargo de los avisos sociales. Yo no tenía forma de mechar esa información importante. Bueno, sí. De hecho lo hice. En fin, gracias, usted es un buen amigo.
Viejex, muchas gracias por las felicitaciones y todavía más gracias por los conceptos vertidos. Es una beba, así que espero que su apodo nunca llegue a ser "la bestia". Eso no puede ser bueno.
Cerriwden, tantas tantas gracias. Uno podría suponer que alguien con la inmadurez que reflejan mis escritos dificilmente llegue a ser padre. Pero la biología en general no tiene en cuenta esas cosas y ya son dos las personas que llevan el ignominioso mote de "hijas de Pablo".
Al parecer la criatura se sintió bienvenida al mundo. Por los horarios que maneja, parecer que fue al mundo australiano o japonés.
Sus besos serán debidamente repartidos.
Quiero aprovechar la oportunidad de deshacerme de mis 200 cajitas de fosforos.
Fabiana: un gran regalo para el Gordo y una manera de taparle la boca por un fosforito de mierda.
Pablo, por favor realiza la entrega y asi terminamos con esta inercia.
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