martes, 18 de noviembre de 2008

Teoría general del insulto


Si en un punto de la realidad la praxis ha superado por mucho a la teoría es en el insulto. Epítetos de toda índole recorren nuestras ciudades, campos y puntos de acceso a las ciudades desde los campos (sobre todo los domingos tipo 7/8 pm, pero esa es otra historia) Nuestras relaciones se definen muchas veces por palabras soeces o por el modo en que éstas palabras son enunciadas. Frente al pedido de opinión sobre una persona, uno puede recibir un jovial "¡es un hijo de puta!" para referir a su condición pícara tanto como un seco y tajante "es un hijo de puta" para referir a sus características de mala persona.


Contrariamente a lo que se podría pensar, no encontrará aquí una reflexión chabacana, una mera enumeración de insultos para incorporar a su ya crecido vocabulario malsonante, sino que solamente pretendemos establecer el fundamento teórico de una realidad muy difundida. Así, sin más preámbulo, no avocaremos a los principales tópicos de estos acontecimientos lingüísticos.


Sobre las condiciones de su enunciación: varias escuelas teorizan sobre las realidades que merecen ser cubiertas con un manto de ignominia lingüística (una puteada) Para algunos las malas palabras sólo deberían referirse a realidades que sean -justamente- malas. Así, una acción desfavorable podría merecer un improperio y, por extensión, la persona que realice una acción de este tipo. Hay quienes suscriben a esta teoría aportando algunos matices. Dicen, por ejemplo, que si bien las personas que nos perjudican merecerían nuestra desaprobación, no así una simple acción, ya que no habría un destinatario para tal cacofonía. No obstante, estos contraargumentos han sido refutados doblemente; en primer lugar porque hay casos donde no es fácil distinguir si quién nos perjudica es una situación o una persona (como por ejemplo, si el colectivo arranca cuando estamos llegando a la parada ¿a quién se insulta? ¿a la situación de haber perdido el colectivo o al chofer que arrancó?) y, en segundo lugar, porque la puteada no tiene un fin puramente expresivo, sino también -y sobre todo- catártico.


Otra postura directamente niega que las malas palabras se reduzcan a situaciones negativas. Dado el fin catártico que se les atribuye, bien pudierase encontrar estos flatus vocis en situaciones manifiestamente positivas. Para probarlo se hizo un experimento: en un partido de fútbol entre un equipo "A" y un equipo "B" (archirivales), se insertaron micrófonos entre medio de ambas hinchadas para medir el nivel de exabruptos comunicacionales. Los resultados hablan por sí sólos. Esto fue lo que se escuchó cuando en el cuarto minuto de descuento "Ramirez", del equipo "B", le metió el único gol del partido a "Orzuaga", arquero del equipo "A".


Tribuna "A": -"...¡pero la c***** de su madre!"

- "¡Orzuaga, sos un hijo de p***!"


Tribuna "B": -"Goooool, gooooooool!!! Gol, la c***** de su madre!"

-"¡Ramirez! ¡Ramirez! ¡que hijo de p***!"


Podríamos agregar que en todos los casos las palabras se dieron en una situación de llanto irracional en medio de un estado de emoción violenta. Como dije, los resultados hablan por sí solos...y mal.


Sobre los destinatarios: sin ir en desmedro de lo anteriormente dicho, hay que reconocer que muchas veces un insulto tiene un fin netamente expresivo. Se trata de hacerle saber al otro nuestra disconformidad con una medida determinada, con un tono o con su existencia misma. Aquí, los principales pensadores concuerdan en que para llegar a su fin, el insulto debe ser acorde a quién lo recibe. Es por eso que los chicos no se dicen "hijo de p***" hasta que son mayores, porque no entienden lo que eso quiera decir ni sus implicancias. Un simple "tarado" cumple con las necesidades insultivas de la niñez. De esto se desprende que un mayor nivel de vocabulario redundaría en una capacidad mayor de insultar y de ser insultado. El otro día nomás alguien me dijo "sos un baldón para el gremio". Ahora, el lector desatento podría pensar que es algo positivo, pero resulta que "baldón" en realidad significa "oprobio", por lo que... ¿que qué significa "oprobio"? Ignominia. Por eso es que...¿cómo que qué significa ignominia? Es una afrenta pública. Afrent...deje, me dijo que era un tarado.


Sobre el contenido: ¿qué necesita una palabra para ser insultiva? Herir la sensibilidad del otro. Esto puede lograrse de dos maneras: por un lado atribuyendo al otro alguna falencia física como puede ser un desorden en la proporción genital ("bol***", "pel*****") o en las facultades mentales ("idiota", "imbécil", etc...) o, por otro lado, atribuyendo a alguna mujer de su familia actividades prostibularias. Ambas pueden combinarse para dar lugar a los más coloridos insultos. Es necesario advertir que el conocimiento de la sensibilidad del otro se hace necesaria para que el contenido llegue a buen puerto. "Pelado p***" es para Fernando Peña un término descriptivo, no expresivo.


Como se ve, detrás de los cotidianos epítetos se esconde una afiliación teórica que no siempre sale a la luz. Sin haber agotado el tema, creemos que hemos sentado las bases para una comprensión más profunda de la realidad de quienes apostrofan sin ton ni son. Y el que diga que no, se puede ir bien a la concha de su madre.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

No leí todavía el del insulto pero
sí el de Plutón...

Perdón por dejar comentarios desordenadamente pero quería decirle FELIZ CUMPLAÑOS al blogger!

Anónimo dijo...

bué, me ganaron de mano "blogger" (qué lindo!)....
ahora no te digo nada!!! Baffanápoli!!!!!

Pablo dijo...

Agradezco las muestras virtuales de aprecio. Tengo el honor de compartir aniversario de natalicio con el gran Enrique Macaya Marquez, quién merece que se le haga un busto por su impecable trayectoria. También cumple hoy Bo Derek, quién...bueno, fue una actriz conocida.

Ahora, yo me mato tratando de darle un perfil "universal" al blog y ustedes me salen con estos comentarios intimistas. La gente me va a empezar a dejar comentarios que no vienen a la cuestión como "el futbol se cambió para las 8", "acordate de comprar tomates" o "al final nos juntamos en lo de la abuela". No ayudan. No ayudan para nada.

Anónimo dijo...

Me quedé pensando en lo de Macaya y Bo Derek... a él se le debe hacer un busto, ella probablemente ya se haya hecho ambos...

PD: Los floggers está demostrado que tienen pasito de baile... los bloggers también? Es el famoso meneadito filosófico?

Anónimo dijo...

Creo que habia un escritor ingles que tenia una interesantisima teoria sobre el arte del insulto... pero estoy demasiado boludo para acordarme.

Pablo dijo...

Vikingo: lejos de mí arrogarme la representatividad de algo tan poco uniforme como la gente que tiene blogs. O la de la gente que baila el meneadito. O la de los filósofos. Bah, un cero a la izquierda como quién dice.

Anónimo: si su boludez es un estado pasajero, le ruego que en otro momento de mayor lucidez me haga llegar el autor. Quién tiene un libro titulado "El arte de insultar" es Schopenhauer. Un tipo copado se ve.

Bugman dijo...

Pablo, quisiera, si usted me permite, agregar una característica del insulto que puede afectar su eficacia. Un insulto potente debe ser eufónico. No es lo mismo el tibio y resbaloso bol**o que el glorioso pelo***o, que golpea con eficacia, contundencia e ímpetu.

(Yo no le dije tarado. Deje de llorar. Vaya, vaya a juntar florecillas y a escuchar el canto de los pajarillos).

Bugman dijo...

Y feliz cumpleaños, y el póker de los viernes se suspende porque el gordo tiene un casamiento.

Pablo dijo...

Bugman: Gracias por sus felicitaciones. Mantenerme en la existencia todo este tiempo me parece realmente meritorio. Con respecto a su aporte, suscribo. Al respecto le recomiendo leer una conferencia sobre las malas palabras que dio Fontanarrosa en el III Congreso Internacional de la Lengua (http://congresosdelalengua.es/rosario/mesas/fontanarrosa_r.htm)

Más pragmático fue un amigo mío, que decía que el mejor insulto (en realidad, el más violento) que había escuchado de un jugador de fútbol era la lacónica frase atribuída a Guillermo Barros Schelotto, quién le espetó a un defensor contrario: "Jugá al fulbo, mogólico". No, el link no lo tengo.

Eidético dijo...

¡¡¡la puta madre!!! ¡¡qué buen post!!! qué´hijo de puta, escribís muy bien guacho!!! tenés talento, qué lo parió.
Abrazo

Viejex dijo...

El presunto insulto del mellizo (i.e. "mogolico") me hizo pensar en el reciente post del señor Bugman, donde despotrica con su habitual talento sobre la estupidez de los políticamente correctos. Que curioso como todo tiene que ver con todo... oia, quien decia eso? Ah si! el infradotado de Pancho Ibañez!!!

Viejex dijo...

Mira vos, pasaron casi dos meses y no me contestaste el comentario, puto! Conchitumá!

Pablo dijo...

Perdón, Viejex, se me pasó... ¡POR EL QUINTO FORRO DE LAS PELOTAS SE ME PASÓ!

(que insulto poderoso ¿no?)

Viejex dijo...

Potente y ordinario.
Una preciosidad, diría.

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