Se dice que la historia la escriben los vencedores. Cuando escucho esto piens...¿cómo que quienes lo dicen? Lo dicen...por ahí. Que sé yo. Algún griego, un romano. ¿Nunca lo escuchó? No, no es que a mí me lo haya dicho un griego o un romano. Lo dijeron y la gente lo repite. Sí, la gente. No, no se me ocurre nadie en particular ahora. La cuestión es que...¡mi tío Alberto! Mi tío Alberto lo dijo una vez hablando de no me acuerdo qué cosa. No, es de la Paternal. En fin, la cosa es que me parece muy injusto que la historia la escriban los vencedores. Ya que ganaron podrían cuanto menos dictársela a los vencidos. Que el esfuerzo lo haga el otro, que para eso ganaron. Es verdad que los vencidos tienen en general un poquito de resentimiento, por lo que copian de mala gana y con faltas de ortografía a propósito, y es verdad también que a veces los vencidos perdían un brazo en la batalla y con la otra mano no se daban tanta maña (después no se entendía un corno que habían escrito) pero también es verdad que por lo menos serían un buen filtro para que no pase lo que pasa siempre: que los vencedores escriban lo que se les canta.
Muchas frases que han logrado sobreponerse al paso del tiempo están sospechosamente logradas para contextos que a veces no permitían tales formulaciones. Nos propondremos aquí, respaldados en un serio y minucioso estudio histórico, reponer varias frases que los vencedores han cambiado, para que lo que llegue a nosotros sea la verdad, y no los arranques poéticos posteriores de un griego, un romano o de mi tío Alberto de la Paternal.
Tomemos como un primer ejemplo la famosa frase que pronunció Julio Cesar después de ver que su hijo Bruto empuñaba un puñal con el resto de los conjurados. La frase que se le atribuye es "Tu quoque, Brute, fili mei!" ("¿tú también, Bruto, hijo mío?") cuando en realidad la frase fue algo más parecido a "Filius prostitutae!", cuya traducción es incierta. Algunos incluso dicen que lo único que alcanzó a decir fue "Arghhh!", que sería la palabra griega para "yo creía que tenía la vaca atada y resulta que son todos unos traidores merecedores de que se les marchiten las vergüenzas viriles". ¿Sorprendidos? Esto es nada más que la punta del ovillo.
Como segundo caso quiero proponer la frase que se le atribuye a Hegel cuando Napoleón entró en la ciudad de Jena. Dicen que, alelado, el bueno de Jorge Guillermo Federico habría dicho algo así como que era "el espíritu universal a caballo". Algo así. Hegel no contaba con el oído de Johann Franz Rumenigge, quién pudo escuchar claramente la frase original, que parece distar de tan románticas palabras. Rumenigge asegura que la sentencia textual fue "¿qué tendrá el petiso?". Ahora, entre una frase de fanatismo adolescente por un individuo de corta estatura y la inclusión de un personaje histórico en el propio sistema filosófico, no había donde perderse. Jena derecho, dos cuadras.
Winston Churchill era un tipo honesto y trabajador. Vendía embutidos en el Parlamento para poder completar su sueldo de primer ministro. Eran tiempos difíciles para todos. Incluso prominentes ministros regateaban el precio de sus productos como mercaderes callejeros. Así, cuando Lord Munchinson trató de sacarle un producto por 35 chelines, Churchill explotó: "no sabe lo que tuve que chivar* para poder ofrecerle esta morcilla, así que no me llore". Palabras quizás indignas para un alto funcionario en un momento crucial. Resultado: "Sólo puedo ofrecerles sangre, sudor y lágrimas".
Un ejemplo más reciente podemos encontrar en el aclamado discurso de Martin Luther King en el Lincoln Memorial. Al parecer, Luther King había llegado esa mañana a Washington en bus desde Georgia. Antes de empezar el discurso se estaba quedando dormido. Cuando estaba por empezar, le comentó a su asistente "che, tengo un sueño...". Fueron los vítores de la multitud los que lo hicieron percatarse de que el micrófono estaba abierto. Un buen agente de prensa hizo un sueño profético donde había un estado soporífero. ¿No me cree? ¿dice que hay documentos fílmicos? Bueno, sepa que Forrest Gump nunca estuvo con Kennedy. ¡Todo tengo que explicar!
Si con este escrito he logrado introducir una sospecha sobre la historia oficial, habré logrado mi objetivo. Si alimenté su delirio paranoico, me habré pasado un poquito. Y si la más profunda indiferencia se ha apoderado de usted, me remitiré a la palabras del César.
Que lo disfruten con salú (o -como pasará a la historia- "que la ventura se cierna sobre vuestras pujantes humanidades conduciéndoos a un futuro priomisorio pletórico en deleite físico y espiritual")
* Chivar: argentinismo. Transpirar, sudar. Churchill era un tipo de mundo.
10 comentarios:
La historia la escriben los que ganan, me quedó claro.
Después de todo Bruto era su hijo putativo,y quien sabe dónde conoció a la madre.
Pero pensé que la frase de Churchill había sido susurrada al oído de su bella asistente irlandesa, Maggie O´Connelly, cuando ésta contestó a su proposición con un azorado:
-Pero, ¡soy virgen!
-Entonces, Maggie, sólo puedo prometerle......
Usted no hace más que confirmar que la historia la escriben los que ganan. Probablemente así haya sido presentada por el mismo Churchill a sus amigos en una reunión de bar. Habría que escuchar la versión de la señorita O´Conelly.
Como siempre, me reí mucho!!!
Jorge Guillermo Federico es el 9 de Atlanta???
parece nombre de jugador de fútbol!
Como siempre usted imparte sabiduría...y celebro su humor.
Otro post excelente!
Cada vez mas interesante,felicitaciones, debiera haber una segunda parte de las verdades detras de las frases celebres, (sigo en shock por Maggie O'Conelly)
Anónimo: agradecido. Eso sí, espero que sea por otra cosa y no por mi seriesísimo estudio histórico.
Ouchurus: al parecer Hegel se habría probado en las inferiores del Bayern Jena y lo fletaron porque daba muchas vueltas y no definía nunca.
Anónimo: ¿no le había contestado ya? En fin, anoto su pedido. No le prometo nada porque todo depende de que se me ocurra algo. Usted sabe como es esto: cada paso evita una caída (aunque algunos pasos que he dado han sido estruendosas caídas)
Y no se preocupe por Maggie, ese incidente propulsó una meteórica carrera. Alguien me dijo que la vió este verano en Carlos Paz.
Dicen de un pensamiento agudo, más me resulta de grave agudeza. Me quedo mas bien de este lado, donde permanecemos impasibles los de pensamiento esdrújulo. Sea cóncavo o convexo, equilátero o plurilátero, me sonrío. Por ello, gracias... surrender.
Creo que ha puesto el acento donde corresponde.
¡Jajaja! ¡Un laxante! ¡Un laxante! ¡Es buenísimo! ¡Un laxan...jajajaja!! ¡Ahaaajjaa!Ahhh....en fin...jeje...ji...jeje.
Bugman, diga la verdad, quiere que se lo cuente ¿verdad?
¿Sabe lo peor? Me acabo de dar cuenta que no era un laxante sino un supositorio.
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