Que los hombres y las mujeres son distintos es cosa sabida. Las diferencias físicas son patentes*, y sobre las diferencias psicológicas tenemos abundante testimonio; pero lo que no siempre alcanzamos a ver es que tales diferencias se encarnan en cuestiones que parecerían ser muy semejantes, casi idénticas, a veces sólo diferenciables...por un pelo.
Sí mi agudeza literaria no hizo que lo viera venir, acá va el tema con toda claridad: la ida a la peluquería de los distintos sexos. En sustancia, uno pensaría que el fin que se persigue en ambos casos es el mismo, pero de hecho uno estaría equivocado si así lo pensase. Es más, eso le podría hacer pasar un mal momento a uno. Sobre todo a uno, porque en estos casos una sabe perfectamente lo que quiere. Pero uno no siempre está al tanto ¿por qué habría de estarlo? A uno le parece tan fácil, pero no. ¡Siempre hay que complicarlo! ¡UNO NO PUEDE SABER TODO! Disculpen, a veces se entusiasma uno.
¿De qué hablábamos? ¡Ah, sí! El fin. La mujer va a la peluquería principalmente por motivos estéticos: un casamiento, una fiesta importante, un cumpleaños... Hay ocasiones que exigen el emperifollamiento capilar. El hombre, en general, va más bien por motivos prácticos: la ceguera temporal que puede provocar el exceso de flequillo, los reproches laborales por las recurrentes llegadas tarde ocasionadas por el tiempo tratando de controlar el felino que retosa en nuestras cabezas y otros problemas semejantes acucian al hombre que se acerca a la peluquería.
Esta diferencia en los fines ha provocado, como una suerte de reflejo atávico, que los hombres vayan al peluquero mientras las mujeres visiten al coiffeur. Uno podría intentar un reproche por la diferencia abismal de tarifas por hacer "lo mismo", pero estaría jugando con laca. Una mujer, incluso aquella que no sabía bien que quería hacerse, tiene claro cuando el corte le quedó mal. El estado de enajenación que adquieren justifica con creces las tarifas de un trabajo que es claramente de riesgo. Un huracán de improperios sigue a la constatación empírica de esta desavenencia. Yo he escuchado putear a mi mujer como si tuviese síndrome de tourette por un flequillo que no llegaba a guardarse detrás de la oreja. Mi intento de animarla diciéndole que estaba linda duró el tiempo que tardé en darme cuenta que buscaba un elemento que fuera pesado y filoso a la vez.
De cualquier forma, este escrito pretende mostrar que son los hombres los que pasan por las peores cosas cuando deciden liberarse de excedentes capilares. Y no me vengan con el tema de la depilación. Eso es una elección libre. Si no quieren depilarse búsquense un hombre ciego y friolento y cásense con él. Es el hombre que se corta el pelo quién queda irremediablemente mal por 2 o 3 días. No importa cuan bueno haya sido el corte, los primeros días uno queda necesariamente con cara de nabo. Los profesionales dicen que son días de "acomodamiento". Para el mortal de a pie, son simplemente días de soportar comentarios vejatorios ("¿qué te hiciste?", "¿te cortaste el pelo o te creció la cabeza?", "a tu peluquero le dicen paloma, porque te caga la cabeza", etc...) que se repiten cíclicamente cada 3 meses.
Según entiendo, los peluqueros masculinos se pueden dividir en 3 grupos, cada uno con sus pros y sus contras.
El primero grupo lo forman los peluqueros que daremos en llamar "coherentes": hacen un sólo corte de pelo. Por un tiempo, yo me cortaba en un club cuyo peluquero ostentaba esta constancia en el estilo. Vez tras vez, la similitud del corte era sorprendente. Ahora, ese corte único puede quedarle bien o no. No es problema del peluquero.
Pro: si le queda, se asegura poder repetir el corte durante toda la vida (suya o del peluquero, la que termine primero)
Contra: generalmente no le queda.
El segundo grupo es el de los "incipientes": gente que está empezando en el negocio. Recuerdo cuando -escandalizado porque el corte había subido a $15 en donde me cortaba- dí con las "Academias de peluquería Oly", donde estudiantes bienintencionados cortaban por sólo $3. Recuerdo también la cara de horror del instructor al ver el producto final del esforzado imbécil que me había tocado.
Pro: como están haciendo sus primeras armas, ponen empeño y cobran barato.
Contra: la impericia hace que a veces sean, efectivamente, sus primeras armas.
Por último, encontramos el grupo de los "capos": hombres que llevan años desarrollando su técnica y que por su sillón han pasado más cabezas que en la Revolución Francesa. Eso sí, las indicaciones que uno les pueda dar son tomadas como simples consejos, pequeñas sugerencias desde las cuales armar su desafío.
Pro: saben lo que hacen.
Contra: hacen lo que quieren.
Mi amplia experiencia depositando sobrantes de cabello en pisos de peluquería, me permitió lograr un corte acorde a lo que pido: "A mi mujer no le gusta muy corto". O ha hablado con coiffeurs, o ha escuchado a mi mujer putear, pero los últimos cortes son razonablemente buenos.
*si tiene dudas al respecto, podrá apreciar las diferencias en el educativo video "Colegialas salvajes VI: tontas y exhuberantes" que puede adquirir en el kiosko más cercano.
5 comentarios:
El tiempo, que todo lo cura, nos termina librando de esta condena.
Las viejas hippies evitamos el ir a la peluquería.
Desconfío de los peluqueros desde que me clavaron la tijera en el párpado al cortarme el flequillo.
Todavía tengo la cicatriz.
Fué el corte más caro de mi vida.
Casi me cuesta un ojo de la cara.
Pelado: según la persona puede ser el tiempo o el Lord Cheseline. Mire que hay gente que en la vejez adquiere abundante vello en las orejas, la nariz y los hombros.
cerriwden: lo de su peluquero es barbárico. No le digo, las primeras armas...
(Celebro su humor)
A la afirmación de que luego de cortarse el pelo ,durante unos tres días, indefectiblemente el hombre queda con cara de nabo le encontré un tinte autobiográfico.
Oido o leido por ahi, para graficar la nota:
Peluquero-Y como quiere que le corte?
Victima-cortame este lado mas bajo que este, esta oreja descubierta, esta otra cubierta adelante y descubierta atrás, la patilla de este lado mas larga, el flequillo torcido hacia la izquierda y aca arriba dejame un buen remolino.
Peluquero-Pero yo no puedo hacer un corte asi! como se le ocurre?
Víctima-Porque asi me lo cortaste la última vez, hijo de puta!
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