
martes, 23 de septiembre de 2008
Conversaciones nocturnas

jueves, 18 de septiembre de 2008
Amigos son los amigos
Muchos sostienen que la expersión "GCU" (gente como uno) es discriminatoria. Yo digo que no es así, sino más bien la contrario. "Gente como uno" designaría a una clase de gente de un mismo estrato social, con ciertos criterios comunes y una manera de ver la vida. Si esto es así, GCU designa una realidad enunciable por cualquier persona.
Tribuna popular de Deportivo Lafererre. Sábado 18:23 hs.
Capo de la barrabrava: ¡a estos putos les tenemos que ganar! ¡a estos putos les tenemos que g...!
Barrabrava 1: ¡Cabezón! ¡Cabezón! Al Funesto Gonzalez no lo dejan entrar por portación de lanzallamas.
Capo: Pero que se dejen de joder, si el Funesto es GCU.
Como se deja ver en esta pequeña delicia de la vida cotidiana, GCU es un término relativo. Podrán criticarme diciendo que no promuevo la movilidad social, que soy un marxista que concibe la historia como lucha de clases, que el Funesto se merece un trato digno y que Laferrere es el capo de la C, pero en todos los casos estarían perdiendo el hilo. Este mismo capo, hablando sobre la Reina Isabel, podía decir: "esa vieja no es GCU". Ahh ¿ven? Ahí no jode tanto ¿no? Mi punto es, justamente, que mientras más se asciende en la cuenta bancaria, menos se podrá decir la expresión GCU. Bill Gates, por ejemplo, casi nunca puede usar esa frase. Usted me dice que no tendría problemas en renunciar a una expresión semejante por una fortuna de ese calibre, pero eso lo dice porque no es GCU. No es nada fácil la vida del magnate multimillonario con más propiedades de las que usted ha tenido en el Monopoly sumando todas las veces que jugó. No Señor.
Y digo esto porque leí en el diario que Bill Gates volvió a ser el hombre más rico de EE.UU. desplazando a su amigo Warren Buffet. Mientras el bueno de William tiene 57.000 millones de dólares, su amigo Warren sólo dispondría de 50.000 millones y algunas monedas reservadas para el colectivo. La pregunta que me surge es ¿en qué términos se da una amistad entre gente tan obscenamente rica?
Cumpleaños de Bill Gates. 19:34 hs.
Warren Buffet: ¡Feliz cumpleaños, Bill! Toma este humilde obsequio.
Bill Gates: no te hubieras molestado, que bolú...¡Burundi! ¡Melinda! ¡Warren me regaló Burundi!
WB: y viene con más de 8 millones de habitantes.
BG: ¡Gracias, loco! Era justo lo que quería.
WB: si querés lo podés cambiar por otra nación de África Oriental o por alguna de Sudamérica.
BG: ¡pero no!, está bárbara. Mil gracias.
Usted puede sonreir, pero debe ser dificil regalarle algo a alguien que tiene virtualmente todo. Su propio hijo le iba a hacer un dibujo pero finalmente le terminó comprando el Guggenheim. La opción es romper algo y regalarle eso mismo antes que pueda reponerlo. Si cuando está yendo al cumpleaños se da cuenta de que se olvidó de comprar un regalo (usted sabe que puede pasar) no creo que se pueda solucionar el tema comprándole un chocolate en el kiosko más cercano.
(después de la fiesta, Bill y Melinda ven a sus criados lavar los platos y ordenar la casa)
Melinda: ¿así que Warren te regaló Burundi?
Bill: sí, la verdad es que para regalarme un país que no tiene salida al mar mejor no me regales nada...
Melinda: no te preocupes, después de una guerra civil le cambiamos el nombre y se lo regalamos a alguien más.
Ante la propuesta, Bill lo dudaría un momento, pero pensándolo bien, después contestaría: "No le puedo hacer eso a Warren, él es GCU".
lunes, 15 de septiembre de 2008
Oh my blog!
A veces no me reconozco. El otro día, hablando con unos amigos, me recomendaron algunos blogs que ellos visitaban. Usted creerá que por el hecho de tener un blog uno está medianamente al tanto de lo que pasa en la "movida blogger". Pues no es así. No hay un curso de capacitación inicial para poner un blog en el cual describan el status quaestionis de la actividad blogger en Argentina y el mundo. No hay instructores explicándole a uno como hacer para mejorar el propio blog. Sé que esto puede parecerle sorprendente, pero es así. Por eso no hay contradicción alguna entre tener un blog y ser un idiota. Hay sobradas muestras de ello en la web. La cuestión es que recorrí la ruta que me habían trazado. Apenas asomé la cabeza en el océano de blogs, me dí cuenta que no soy el único que escribe cosas aparentemente ingeniosas todas las semanas. Ni siquiera soy el mejor, como siempre me había dicho mi mamá. Soy sólo uno más dentro de muchos. Pero ¿de cuantos?
martes, 9 de septiembre de 2008
Cel o no cel

1984: - te llamé a tu casa pero no estabas.
- es que me había ido a pasear.
- Claro. ¿Vamos al cine?
2008: - ¡¿Donde carajo estabas?! Te llamé al celular pero lo tenías apagado.
- es que...
- ¿No me querés contestar? ¿en qué andás? ¿sabés qué? ¡andate a la mierda!
Es llamativa la impaciencia que nos genera el celular. No soportamos no saber dónde está el otro. Y si uno no se puede comunicar, la asunción es que está en alguna práctica espúrea. No en el cine, no fuera del área de cobertura, no en una reunión, no en el baño. Debe estar en una reunión con narcos o de trampa con alguna mujer para quién el amor sí tiene precio. Cada uno se convierte a la vez en Gran hermano y el espiado miembro del Partido.
Descuento que a una persona ya no se la llama a su casa: ¡podría atender alguien que no es él! Una trágica pérdida de tiempo. El único argumento para llamar a alguien a su casa podría ser que es más barato llamar a un teléfono de línea. Pero es cuestión de tiempo. Si hasta los teléfonos de línea son cada vez más parecido (incluso en funcionalidades) a los celulares.
1984: -¡suerte en el campamento! ¡llamame cuando llegues!
- Bueno, veo si hay teléfono.
2008: - ¡suerte en el campamento! ¡llamame cuando llegues...a la Panamericana! ¡y cuando paren a comer! ¡y todos los días a las 8! ¡o mejor te llamo yo, para que te acuerdes de tomar los remedios!
- ¡teléfono de mierda!
Darle celulares a los niños como protección es algo tan común que me hace pensar que en mi niñez yo era Indiana Jones. Mis salidas por las calles de Buenos Aires o por algún campo se realizaban en la ausencia total de dispositivos comunicacionales que no fueran la posibilidad de quemar alguna prenda de ropa para hacer señales de humo.
Pero así como quién recibe un baldazo de agua tiene más conciencia de estar mojado que quién bucea, será necesario tomar cierta distancia para ver de qué manera nos hemos adaptado a este dispositivo. Es lo que provoca la ausencia de un celular lo que da la pauta de la dependencia. Esto puede tomar dos formas:
a) Sensación de desnudez: salir sin el celular es como estar en Burkina Fazo. No es que vaya a pasar algo, pero uno se siente más vulnerable. "¿Que pasa si me secuestran, y me dejan lejos llevándose todo...menos el celular? ¿como voy a llamar ahora?"
b) Sensación de "miembro fantasma": Esto puede pasar incluso con el celular encima. El que no haya creído escuchar su celular o sentirlo vibrar para encontrarse que el fondo sigue ahí mostrando la hora, inmutable, que tire el primer nokia 5110.
Creo que el tema da para un desarrollo mayor, pero los dejo porque me suena el celular.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Oportunamente inoportuno
En el mundo de los negocios, ya sean estos macro o micro, se puede distinguir dos tipos de oportunistas: aquellos que ven la oportunidad en la coyuntura, la olfatean, y dan respuesta a una necesidad que todavía no se había explicitado, y por otro lado los que se dan cuenta de lo que los primeros han descubierto y se pliegan a la oportunidad hasta saturarla. Aquellos son los que descubren el nicho, éstos los que lo convierten en un vagón de la línea "D" de subte a las 6 de la tarde (sobre lo que ya se ha hablado anteriormente) Los ejemplos históricos de esta situación se pueden encontrar en videoclubes, maxiquioscos, canchas de paddle o locales de venta de medialunas.