"Los cuerpos, bañados en sudor y enmarañados, se mecían acompasadamente como si fuesen uno sólo. Los ocasionales gemidos que se podían escuchar desde distintos puntos daban cuenta de la incapacidad de distinguir donde terminaba un cuerpo y comenzaba otro, en aquella informe marea humana..."
Estas palabras, que bien podrían estar describiendo una orgía, hacen referencia a la línea "D" del subterráneo de la ciudad de Buenos Aires a las 8:30 de la mañana. Quien ha tenido la valentía (o la inconciencia, no lo sé) de querer subir a esos vagones para dirigirse al trabajo, ha visto como las reglas de la física son violadas cuando 15 personas logran subir a un vagón en el cuál no había ningún lugar posible. En tal situación, mi sospecha es que las reglas de la física no son las únicas que resultan violadas. Los rumores son que la línea está incompleta en su recorrido, el cual originalmente terminaba en el Hades. Eso le daría al viaje un carácter propedéutico.
Si usted vive en Chile podrá identificarse a través del Transantiago; si vive en Japón, lo puede charlar con la persona encargada de empujar a la gente dentro de los vagones del subterráneo; si vive en la India puede debatir al respecto en el tren con la persona que está sentada sobre su cabeza; si vive en Suiza...póngase al pie de los Alpes nevados con un bombo y cante un tema de AC/DC. Quizás la madre naturaleza le de la oportunidad de empatizar conmigo.
Si no tiene la oportunidad de comprobarlo en estos lugares y quiere darse una idea de cómo es el fenómeno, haga lo siguiente: ponga en la televisión uno de esos especiales de National Geographic en los cuales se puede ver los colapsados trenes de la India a los que hacemos referencia. Ahora, levante el televisor y déjelo caer sobre su pecho. Repita el experimento con una plancha, las sillas del comedor y la heladera y se acercará a la sensación de viajar a esas horas.
Pero, donde todos ven motivo de quejas, yo descubro las ventajas:
a) No hay ninguna posibilidad de que lo moleste un vendedor ambulante.
b) Podría haber una nueva glaciación y usted no sentiría el frío.
c) Un enema deja de parecer una práctica invasiva.
No se trata aquí del vaso medio lleno o medio vacío sino de arreglárselas con el líquido que hay. Alguno podría decir que me hago aparecer como una suerte de Rambo solamente por viajar en el transporte público. A ellos les contesto que Rambo es un burgués. Cuando no está en un jeep o en un helicóptero, camina por parajes agrestes en los cuales no se tiene que preocupar si una mano en la cola es un robo, una muestra de cariño anónima o una disposición azarosa de las partes en el todo. Y el que piense que Rambo estaba en una situación desventajosa por estar rodeado de iraquíes, norcoreanos o policías, solo queda decirle que siempre lo rodean a varios metros de distancia. Que en vez de pescar en Tailandia viaje de traje al microcentro y entonces lo consideraré un duro.
Pero quien haya presenciado el Tetris humano que se produce cuando alguien quiere bajar o ha experimentado cómo una persona está tan cerca que parece robarnos el aire que nos corresponde para respirar, sabe que uno podría estar disfrazado del Chapulín Colorado y nadie se daría cuenta. Hay dos tipos de intimidad: la que da la soledad y la que da la multitud. En la mitad del campo uno puede hacer muchas cosas sin que nadie se entere; en la mitad de un recital de los Rolling Stones, también. El subte proporciona la segunda. ¿Qué? ¿que prefiere la indecente exposición de viajar cómodo? ¿Ve? En el fondo usted desprecia el contacto con los seres humanos. Le gustaría que por su bien haya cada vez menos. Igual que Rambo.
1 comentario:
Che Bro... qué grande. Al fin podemos leer tus ideas.
Apuesto a que me voy a convertir en tu fan.
Una cosita nomás: Si vos sos metafóricamente Kairós
y Kairós es "hijo menor de Zeus y de Tuje" quiero avisarle a tu público que mi madre no es ni metafóricamente "Tuje".
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