sábado, 29 de mayo de 2010
Bitácora IV (fin de la bitácora)
jueves, 27 de mayo de 2010
Bitácora innecesaria III
Llego hasta aquí despedazado, arrastrando mi pesada humanidad luego de un largo día de actividad intensa. Y a la mañana trabajé también. Las pautas ya están claras: rapidez por sobre precisión e información sobre elaboración intensa. Si el primer relato tenía un entusiasmo adolecente y el segundo una sintaxis adolescente, este directamente adolece. Lisa y llanamente.
Vamos a lo nuestro: pinceladas del DF.
Capítulo 4: el hormiguero.
Mientras uno baja en el avión, puede vislumbrar un manto interminable de lucecitas pequeñas, que no parecen acabarse aunque uno esté por tocar tierra, dando la sensación de que los aviones aterrizan en algún estacionamiento céntrico.
- ¿Se lo dejo acá nomás, jefe?
- Vaya nomás, que yo le cuido el 737.
Según el IEMAT (Instituto estadístico de mi amigo el taxista), 9 millones de personas viven en el DF. A ellos se suman los que vienen a trabajar, para conformar una mole humana de 20 millones de personas. El problema no es solo que se trata de mucha gente, sino que la ciudad no parece contemplar la posibilidad de moverse caminando, lo cual resulta en congestionamientos fantásticos. Para que se haga una idea, luego de terminar un curso por la tarde fui a visitar a unos amigos que están viviendo aquí. El viaje de ida me tomó entre 1:15/1:30. Cuando volví -pasadas las 10 de la noche- el trayecto demandó sólo 15 minutos. Imagine la Panamericana un domingo a las 7 de la tarde. Ahora imagine que ese domingo es el de vuelta de Semana Santa. Por último, imagine que empiezan a llover autos desde el cielo. bueno, eso es más o menos esta ciudad en horario pico.
Lo curioso es que a eso se suma que las reglas de tránsito son tomadas como simples recomendaciones. Si para tomar mejor tal calle tengo que hacer una cuadra de contramano (esto es estrictamente testimonial), pues está bien. Las preferencias las vamos viendo en el camino, no hace falta normativas exteriores o anteriores a lo que la situación concreta insinúa.
Significado del semáforo en el DF:
Verde: pase
Amarillo: pase
Rojo: pase con cierto cuidado
Capítulo 5: !¿dónde dice?!
Si hay un cordobés entre los lectores, le pido que no ingiera líquidos mientras lee esto. Como ya he dicho, unos amigos míos están viviendo aquí, así que me tomé la molestia de rastrear en el google earth cuanto nos separaba. Lo que descubrí es que mi hotel se ubica a pasitos de un lugar llamado "Loma del Ocote". Así como lee. No agrego nada. No invento para darle un toque de gracia al asunto. Fueron los mejicanos, hable con ellos.
Puedo decir que mi hotel está -físicamente- en la loma del culo. No me diga que no es algo para contarle a los nietos. Sí, ya sé que estaba cerca y no en, pero mi mala memoria y el entusiasmo harán el resto.
Los dejo por ahora. The end is coming.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Bitácora insulsa II
Señores, no tenemos tiempo para detenernos. He leído los comentarios y apenas pueda los contestaré. Pero, lanzado a suplir calidad con cantidad, no me queda más que apurar el paso. Lo cierto es que Lima no me dejó mucho más, a menos que...no sé si este es el lugar para ventilarlo. Aunque la presencia de testigos supone un potencial resguardo. Bueno, lo digo y que sea lo que Dios quiera.
Mi amor, debo confesarte que mientras estaba en Lima... bueno, la verdad es que estaba solo... fue un momento de tentación... pero sabés que vos y las chicas son lo más importante para mí.... en fin, no puedo negarlo más: me dormí una siesta mientras miraba la televisión tirado en una cama. Espero que puedas perdonarme.
Por lo demás, excepto por el jugo (néctar para ser más preciso) con gusto a chizito que casi ocasiona un incidente diplomático, solo logro extraer de esta última etapa algunos inconexos retazos de pensamientos.
Capítulo 2: no se pasa a ser gourmet por estar en otro lado.
No me gusta el pescado. Es así. Algunos festejan sus distintas preparaciones olvidando que en algún momento de la niñez lo odiaron. Yo me mantengo fiel. No quiero "comer como gente grande", quiero comer rico. Y no me importa que el ceviche "sea una especialidad," y "que no puede ser que no lo pruebe" porque puede ser perfectamente. Porque se trata de pescado. Aquí y en Perú.
Los que sostienen que cometo una herejía culinaria son los que anteponen la posibilidad ("¿cuando vas a poder comerte otro ceviche limeño?") por sobre el gusto ("nunca, porque así quiero que sea") Es así, y no se me escandalice porque lo llevo a Clo-Clo y me pido una milanga con fritas.
Capítulo 3: los Amish.
Me subí al avión que me llevaría, en un viaje de toda la noche, desde Lima hacia el DF y ¿a que no sabe con qué me encontré? Sí, una familia Amish ¿cómo lo supo? A mi lado estaba papá Amish (Frank me pareció que se llamaba): rubio, vestido de granjero y con cara de pocas luces; al otro lado, mamá Amish, dueña de un rictus que Tomy Lee Jones hubiese envidiado, custodiaba a pequeña Amish rubia I y a pequeño amish I (rubio y rapado). Detrás de ellos, se situaban otros 3 pequeños amish de distintos tamaños, todos igualmente rubios, todos igualmente rapados, todos con la misma inequívoca expresión facial de "no cazo un fulbo de que está pasando". A mis espalda, abuelo y abuela Amish rodeaban a pequeña Amish rubia II . Capta el cuadro general ¿no? Pañuelos en la cabeza, faldas largas floreadas, botines acompañando pantalones marrones y camisas a cuadros. Estética amish en su máxima y esteriotípica expresión.
Esta buena gente entrelazaba momentos de estar totalmente inerte con otros de frenética actividad: hablaban entre ellos en, ponele, alemán a viva voz; agarraban los respaldos para impulsarse para salir al pasillo, donde posteriormente deambulaban sin pudor ni manejo de las medidas. En un momento casi me pongo a bailar la Macarena en cueros para escandalizarlos, pero después me pareció un poco mucho.
La cosa es que, cuando empiezan a repartir los papelitos de migraciones, preguntando si uno era mexicano o no, Frank da la sorpresa cuando, en un torpe castellano, dice: "Yo ser mejicano. Mi familia...no. Ellos ser bolivianos". Casi me le cago de risa en la cara. Desde que pusieron a hacer de príncipe de Persia a un tipo de apellido Gyllenhall esto se está yendo a la mierda.
Pues bien, por hoy creo haber cumplido. Les recuerdo que prometí hacerlos parte de este viaje, no que estuviera bueno aquello de lo que forman parte.
Tendrán novedades. Lamentablemente.