martes, 9 de septiembre de 2008

Cel o no cel


"1984" es una de las obras más conocidas de George Orwell. En los últimos tiempos tomó una nueva repercusión a partir de los reality shows, que recurrieron a la figura del "Gran Hermano" de ese libro -un ubicuo representante de los ideales del Partido reinante- para dar la idea de alguien (el espectador) que "ve todo y controla todo". Reconozco que en realidad "1984" es, justamente, la única de la antiutopías (las otras son "Farenheit 451" de Ray Bradbury y "Un mundo feliz" de Aldous Huxley) que no leí. Pero me basta lo que sé para decir que se ha cometido una grave injusticia hacia los años 80, que ya tienen que hacerse cargo los peinados de Poison como para tener que fumarse una acusación que aplica mucho más a un 2008 que a un 1984. Si hay una época donde apliquen las ideas vertidas en aquél libro es en la actualidad, y no en los inocentes años 80. ¿Donde se ve la diferencia? Es claro: en la incorporación del celular a la vida cotidiana. Este aparatejo de apariencia inocente no es más que un Gran Hermano portátil y con jueguitos. Comparemos:


1984: - te llamé a tu casa pero no estabas.

- es que me había ido a pasear.

- Claro. ¿Vamos al cine?

2008: - ¡¿Donde carajo estabas?! Te llamé al celular pero lo tenías apagado.

- es que...

- ¿No me querés contestar? ¿en qué andás? ¿sabés qué? ¡andate a la mierda!

Es llamativa la impaciencia que nos genera el celular. No soportamos no saber dónde está el otro. Y si uno no se puede comunicar, la asunción es que está en alguna práctica espúrea. No en el cine, no fuera del área de cobertura, no en una reunión, no en el baño. Debe estar en una reunión con narcos o de trampa con alguna mujer para quién el amor sí tiene precio. Cada uno se convierte a la vez en Gran hermano y el espiado miembro del Partido.

Descuento que a una persona ya no se la llama a su casa: ¡podría atender alguien que no es él! Una trágica pérdida de tiempo. El único argumento para llamar a alguien a su casa podría ser que es más barato llamar a un teléfono de línea. Pero es cuestión de tiempo. Si hasta los teléfonos de línea son cada vez más parecido (incluso en funcionalidades) a los celulares.

1984: -¡suerte en el campamento! ¡llamame cuando llegues!

- Bueno, veo si hay teléfono.

2008: - ¡suerte en el campamento! ¡llamame cuando llegues...a la Panamericana! ¡y cuando paren a comer! ¡y todos los días a las 8! ¡o mejor te llamo yo, para que te acuerdes de tomar los remedios!

- ¡teléfono de mierda!

Darle celulares a los niños como protección es algo tan común que me hace pensar que en mi niñez yo era Indiana Jones. Mis salidas por las calles de Buenos Aires o por algún campo se realizaban en la ausencia total de dispositivos comunicacionales que no fueran la posibilidad de quemar alguna prenda de ropa para hacer señales de humo.

Pero así como quién recibe un baldazo de agua tiene más conciencia de estar mojado que quién bucea, será necesario tomar cierta distancia para ver de qué manera nos hemos adaptado a este dispositivo. Es lo que provoca la ausencia de un celular lo que da la pauta de la dependencia. Esto puede tomar dos formas:

a) Sensación de desnudez: salir sin el celular es como estar en Burkina Fazo. No es que vaya a pasar algo, pero uno se siente más vulnerable. "¿Que pasa si me secuestran, y me dejan lejos llevándose todo...menos el celular? ¿como voy a llamar ahora?"

b) Sensación de "miembro fantasma": Esto puede pasar incluso con el celular encima. El que no haya creído escuchar su celular o sentirlo vibrar para encontrarse que el fondo sigue ahí mostrando la hora, inmutable, que tire el primer nokia 5110.

Creo que el tema da para un desarrollo mayor, pero los dejo porque me suena el celular.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails