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miércoles, 12 de octubre de 2011

La divulgación es historia



Introducción: casi por definición, la obras de divulgación implican una simplificación. Esta condición para una mayor comprensión de la redacción que logre una mejor retención en el lector huevón parece una contradicción. Pues la ejercitación del intelecto simplón no se da en la consumisión de papilla sino en la conformación de hábitos y la superación de una postulación simple de la realidad. Pero esta constitución no se da en la repetición de lo que diga un libro a elección sino en la fijación y comprensión de una concepción que bien podríamos denominar 'cosmovisión'. Y si bien la acreditación de esto es díficil, una evaluación externa puede confirmar nuestra percepción de la consecución de una idea propia o de la adhesión a una tradición existente. Por supuesto, esta clasificación no tiene la intención de generar confusión sino de ayudar a la clarificación para facilitar la elección de bibliografía futura.


- ¿Eh?

- Perdón, Galíndez. Me voy por las ramas. En realidad lo cité para hacerle una devolución de su examen de Historia. Y me han pedido expresamente que lo haga porque su performance preocupa por lo que se pueda pensar de esta institución. Y de los seres humanos en general. Al parecer, en el último ranking, nuestro país habría caído 23 puesto sólo por su prueba, Galíndez.

Ante todo, para que no lo tome como algo personal, quiero que sepa que yo creo que hay un mérito en hacer libros de historia como los de -pongamos por caso- Felipe Pigna, que simplificando un poco el asunto lleva por los avatares de la historia a un amplio espectro de lectores. Se trata de un mérito económico, sin duda. De hecho, de ahí viene la expresión de que un libro "salió como Pigna". Pero divago, Galíndez. Decía, hay ciertas cosas, sin embargo, que no pueden dejarse pasar. Bah, quizás pudiesen dejarse pasar a una exposición dadaísta o a un drenaje, pero no a un examen de Historia, que es lo que nos congrega hoy.

En primer lugar, es destacable que comprometa su visión en los acontecimientos históricos, pero quizás se haya pasado de rosca con los subjetivemas. Aunque poco académico, puedo aceptar que desde un determinado marco teórico se refiera a los norteamericanos del siglo XX como "cerdos imperialistas". Aunque no soy amigo de las repeticiones, también podría conceder que repita la adjetivación para los ingleses del siglo XVIII; pero no creo que pueda aplicarlo sin más al milenario Imperio Chino. Es claro que la carga es otra. Y dudo que la dinastía Ming haya planeado saturar Occidente con mercancía barata y de mala calidad como usted les imputa. No, no, el gato que saluda constantemente no tiene nada que ver con ellos. Ni tampoco el supermercado que está a la vuelta de su casa, así que directamente taché todos sus reclamos referidos al mantenimiento de la cadena de frío y el redondeo a favor del cliente.

Tampoco puedo negar su compromiso afectivo con los grandes personajes históricos, pero usted lleva sus simpatías demasiado lejos. Por eso quería aclararle que a Heráclito le decían "el obscuro de Éfeso" gracias a su prosa sibilina y enrevesada. Ciertamente "el Negro Heráclito" no tiene una significación análoga. Y si bien "el Azote de Dios" es también un sobrenombre, tampoco es homologable con "el hinchapelotas de Atila". Pero le reconozco que esas referencias por lo menos eran claras. No tanto así en otros casos. Por eso le pido que deje las supersticiones afuera del aula: 45 minutos tratando de entender a quién se refería cuando hablaba del presidente "Mendez". Recién cuando menciona las políticas económicas "del innombrable" pude unir cabos. Incluso uno de mis hijos que leyó a la pasada me preguntó si Lord Voldemort había sido presidente de Argentina. Justo estaban pasando las noticias, así que no sabe lo que me costó quitarle esa idea de la cabeza.

Por otro lado, no tengo intención de rehacer el camino de sus asociaciones libres, pero las facciones que apoyaban respectivamente al Pontificado y al Emperador en la Europa del siglo XII se denominaban güelfos y gibelinos, y no 'golfas' y 'gobelinos'. No, no me interesa saber en qué sentido usted considera que libran una batalla. Simplemente es inexacto.

Quizá, para redondear, marcarle algunos errores puntuales. Cositas de nada. Waterloo no fue una marca de inodoros y la conferencia de Yalta no tuvo como objetivo la promoción de un antiácido. Ciertamente no fue Blas Armando Giunta el que dijo que sólo podía ofrecer "sangre, sudor y lágrimas". No, no le voy a preguntar al plantel de Mandiyú del 92, no fue él quién lo dijo. El régimen de Vichy nada tiene que ver con una crema francesa para perder peso y cuando pregunto por los antecedentes de Perón no puede contestarme que antes era Cangallo.

Ponerle un cero sería ofender a quienes han sido sorprendidos copiándose, pero por otro lado los profesores de esta institución consideramos que haber cursado el mismo año 8 años es una paradoja temporal peligrosa y que la única marmota es usted mismo así que hemos optado por aprobarlo, teniendo en cuenta que algunas respuestas son correctas si uno simplemente cambia la pregunta. Por ejemplo, su respuesta sobre los factores desencadenantes de la primera guerra coincide con la descripción de las prácticas rituales en los deportes de los Mayas.

Además, desde la DEGEP nos dicen que prenderlo fuego no es una solución posible.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sobreviviente


Es un lugar común, ampliamente difundido, que hay que enfrentar los miedos. Psicólogos, educadores, consejeros y guionistas de películas de Disney nos lo repiten incesantemente. Solo accederá a una vida mejor cuando haya pasado por el mal trance hasta el punto de dejarlo atrás. Pero uno se siente cómodo de este lado del tunel y se hace el distraído. Incluso cuando se trata de un hecho puntual, lo va relegando mentalmente, como si no dedicarle el pensamiento le quitase toda entidad, todo peso real.

No puedo negarlo: yo lo sabía. Lo supe con bastante anticipación, pero no quise enfrentarlo. El tiempo siguió avanzando (sospecho que -por maldad pura- de hecho lo hacía más rápidamente) hasta que el momento temido se presentó a mi puerta, impiadoso: mi mujer se iba todo el fin de semana y yo me quedaba solo con las dos chicas.

No me malinterprete, amo profundamente a mis hijas. Y es precisamente por eso que temía ese momento. Yo paso tiempo con ellas y colaboro en los menesteres logístico-afectivos, pero justamente eso es lo que me hace valorar que seamos dos. Para que pueda intuir de qué estoy hablando, le pido que recuerde la escena de Rocky II en la que Rocky persigue a la gallina. ¿La tiene? La imagen, no la gallina. Ahora imagine que hay no una sino dos gallinas. Imagine además que esas dos gallinas se bajaron un pack de 6 latas de Red Bull. Por otro lado, no sé si usted lo sabe, pero hay eremitas que duermen 4 horas por día. Ahora imagine al actor Colin Farrell volver de una noche de excesos y descontrol y...no, ese es Colin Flirth. Colin Farrell, el de Swat ¿no? El de DareDevil. El malo. No, no el morocho enorme, el irlandés loco. Sí, sí, mala película. Bueno, imagínese que cuando vuelve de la jarana se entera que solo podrá dormir 4 horas. Imaginemos, por último, que Colin Farrell es narcoléptico. Pues bien, así pintaba el fin de semana: como un actor hollywoodense mal dormido vestido de monje eremita persiguiendo 2 gallinas alteradas por una bebida energizante. Dígame si no hubiese tenido miedo.

Largar el sábado a las 7 de la mañana no fue prometedor, pero si Rocky llegó a hacer 4 películas más, yo llegaría al domingo. Durante un día completo fui a la vez la ley y el consuelo al infractor; fui chef y mozo; animador y guía televisiva; asistente de vestuario y recolector de residuos; médico y mago amateur. Como sólo una de las pequeñas (la que amaneció a las 7 am) duerme siesta, la noche encontró una versión bastante desmejorada de Pablo Benegas. Los pormenores poco importan aquí. Ellas habían sobrevivido comiendo 4 comidas y yo también.


Lo bueno es que desde el principio existía un horizonte. Como eramos varios amigos que nos encontrábamos en una situación análoga, uno había realizado un análisis lúcido y realista: "El sábado vamos a aguantar, pero el domingo puede llegar a ser terrible". El plan era claro: nos íbamos a juntar todos a comer un asado en una casa con jardín y pileta donde los niños pudiesen correr (lamentablemente la pileta estaba llena así que tuvimos que dejarlos correr por el jardín nomás). Combinando cierta autogestión con una mayor oferta, las últimas horas serían una papa. La hora pactada para el reencuentro con nuestra mujeres era clara: 17:30 hs. así que, hasta entonces, seguíamos por las nuestras.

Señores, lo que vi en ese encuentro todavía no ha abandonado mi alma: ánimos vencidos, convicciones horadadas, fuerzas vitales extintas; vi muecas que fusionaban asombro y pavor con un secreto reconocimiento y escuché a varones insultar contra la linealidad del tiempo; ojos inexpresivos de shock traumático se entrelazaban con ojos vidriosos de llanto contenido. Una generación pletórica de energía proclamaba su victoria contra un grupo de ex-jóvenes.

Pero como lo saben quienes juegan el futbol, cuando no da el físico hay que recurrir al oficio. "Oficio" puede querer decir dos cosas: que uno sabe donde pararse para regular y así optimizar la capacidad física o, también, entrar a dar murras a diestra y siniestra amparado en la mayor afinidad generacional con el árbitro.

Empezamos por lo primero. Advertidos de la compulsión a la repetición de los infantes, se trataba de encontrar una actividad congregante. Uno ensayó un juego de caza de aves con un palo y una canasta. Duró hasta que el bloque infantil se dividió entre los que proponían una espera estratégica para que los pájaros se acercasen a la trampa y los que preferían un ataque frontal a los gritos. El intento de congregarlos bajo "la Era del Hielo 3" sólo consiguió aumentar el fastidio de los padres que no habían visto "la Era del Hielo 3" y que no conseguían hacerlo merced del desbande generalizado. "¡Murra!" gritaba la tribuna. "¡Y pegue, y pegue, y pegue Pablo pegue!". Pero no conseguíamos alcanzarlos.

A las 17:29 hs, exhaustos y superados numéricamente, nos apersonamos en el lugar para encontramos con las profesionales de la materia: las madres. Alivio y alegría.

No me importa lo que digan: que no es para tanto, que los roles son meras contrucciones culturales perfectamente intercambiables, que soy un inútil y estoy rodeado de inútiles, pero mi conclusión es que madre hay una sola.


Sólo espero que no encuentre la llave de la puerta de salida que escondí.


viernes, 15 de octubre de 2010

Procrastinación


Me miran. Lo puedo sentir. Si bien un observador neutral sostendría que sólo yacen apaciblemente sin hacer movimiento alguno, yo sé que me están mirando. Y se sonríen, y se burlan de mí. Saben que cuentan con la ventaja que da la necesidad. Saben que tarde o temprano la victoria será suya.

Una pila de finales (5 preguntas, todas de desarrollo) me espera en el escritorio. Hojas y hojas que hablan exactamente de lo mismo. Bueno, eran dos temas, pero aún así. A pocos centímetros, otra pila de trabajos prácticos parece saludarme con sorna. "Y después yo" parecen decirme socarronamente, concientes de que no me interesa lo que tengan para decir. Y eso sin contar que ya corregí un curso entero (cerca de 60 alumnos, 5 preguntas, todas de desarrollo) lo que ha mermado si no aniquilado la motivación que pude haber tenido. Empezar a corregir y ver que mientras la pila de corregidos se mantiene constantemente al ras, la pila de los por corregir parecen aparearse y reproducirse mientras tanto hace que uno reconsidere el valor de la cultura.

Ya no me acuerdo si fue el año pasado o a principios de este mismo año, pero en cualquier caso fue la palabra del año. Un descubrimiento. La palabra procrastinación venía a llenar un vacío léxico en mi vida. Cuando uno le puede poner nombre a las cosas entonces se tranquiliza. Y ese es el nombre perfecto para describir lo que hago mientras escribo este artículo. En este punto ya son 3 los exámenes que no corregí por hacer...que se yo...esto. Así que vamos a procrastinar como se debe, y les contaré como llegué aquí (a este momento, a este estado) aportándoles algunos datos que no les aportarán nada y preguntándoles cosas que quizás nunca se preguntaron (y no por profundas)

Todo comienza esta mañana en la oscuridad de mis aposentos, donde con mi mujer nos enredamos en una competencia de quién lograba postergar más el despertador. Entre snooze y snooze parecía que había un flipper en el cuarto.


No, no este.


Este.


Finalmente gané y -como la competencia me dejó extenuado- festejé quedándome 5 minutos más en la cama.

¿Cuál es su estrategia con el despertador?

a) ponerlo lo más tarde posible y salir a las corridas. ¿Quién necesita desayunar, bañarse o sacarse el pijama para ponerse el traje?

b) ponerlo más temprano para poder hacer fiaca antes de salir de la cama. Como la computadora, entre que se prende y que está lista para funcionar pasa un tiempo. En mi caso se trata de una computadora con Windows 95.

c) ponerlo a la hora que se tiene que levantar. Aunque estrambótico, quizás haya gente que lo haga. Hay de todo en la viña del Señor.

Ya lanzado al mundo exterior, me dirigí hacia el subterráneo. Si bien descarto viajar sentado, sé que depende del día de la semana y la hora, podría viajar en modalidad "caramba, somos sorprendentemente pocos", en modalidad "somos bastantes pero cada cual tiene su metro cuadrado" o en modalidad "estamos violando las leyes de la física y -si alguien hace un mal movimiento- podríamos estar violando a secas". Hoy me tocó la segunda opción (ya deben ser como 5 los exámenes que podría haber corregido) y, como cuando está fresco, la temperatura del subte era agradable. Quizás eso me permitió reflexionar en que , no sólo en el subte sino que en cualquier transporte público, uno suele coincidir con otras personas que realizan "actividades de viaje" de las que uno, a veces con intención y otras sin ella, puede participar.



Cuando viaja en transporte público ¿a qué cosas presta atención?

a) trata de leer las noticias del diario que lee el pelado que está al lado suyo. Algunos con ver algún título se conforman. Otros casi que se fastidian si les pasan la página antes de tiempo.

b) trata de escuchar qué música oye el muchacho del MP3. Dejo de lado al infeliz que directamente comparte sus gustos musicales con el resto de los pasajeros.

c) se contorsiona para tratar de ver el título del libro que lee la chica que está a metro y medio. ¿Qué quieren que les diga? Me provoca curiosidad. Incluso puede generarme simpatía o antipatía dependiendo de lo que esté leyendo. Lectores de Stamateas y Dan Brown, abstenerse.


Si bien indudablemente le prestaría atención,

dudo que me sumase (más de estos aquí)

Todas las opciones son desaconsejables si usted viaja en auto. Sobre toda la de hacer aros. La cuestión es que finalmente llego al trabajo. Me siento en mi escritorio, prendo la computadora y veo que me esperan los citados papeles. Nos situamos aquí en un momento que divide tipos de personas.

Cuando llega al trabajo, usted:

a) Establece las prioridades del día y va sacándolas una a una eficientemente. si yo le dijese que una de sus prioridades es corregir finales de ética (5 preguntas, todas de desarrollo) ¿qué me diría?

b) Se acuesta sobre su escritorio y le dice a su jefe que lo despierte para ir a almorzar. ¿El escritorio no es algo duro? ¿no tienen alfombra en su oficina? ¿qué tal es Narnia?

c) Si bien en un rato empieza con todo, como una computadora con Windows 95, necesita acomodarse en el día y por eso hace una breve recorrida por blogs como Kairós. Que lo disfrute con salú.


8 exámenes y medio. Deséeme suerte.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Lo que nos hizo Sigmund



Señores, el tema que estoy por tocar tiene aristas cuya profundidad va más allá de nuestra imaginación. Sobre todo porque me resulta tremendamente difícil imaginarme una arista con profundidad. La cosa es que abordaré una cuestión doblemente sensible. Sensible por las acaloradas discusiones que genera y sensible por sus consecuencias practicas.

Me referiré a la influencias de la Psicología en la vida cotidiana.

Ya está, lo dije. ¿Cómo que "¿eso era?"? Sepa que camino sobre una cuerda floja enjabonada extendida a 100 metros de altura sobre amenazantes púas rociadas con limón. No tanto por lo que pueda decir la comunidad psi en general (bastaría con pedirles una definición de la psicología para que se empezasen a matar entre ellos) sino porque mi mujer es psicóloga y una patinada aquí podría costarme un par de días durmiendo en el sillón. Debajo del sillón, para ser más exactos.

Por eso renuncio desde ahora a hablar sobre psicología, para simplemente describir qué es lo que la psicología ha alterado en la vida de los legos en la materia. Lo primero que hay que decir es que dado que no tenemos noticia de denuncias de mala praxis psicológica, todo aquél que haya escuchado alguna vez a un estudiante de psicología decir el nombre de una unidad del programa de una materia que estudiaba se siente en condiciones de ensayar teorías e interpretaciones sobre las cuestiones más variopintas. Algún desorbitado tratará de situarme a mí mismo en esta categoría, pero como lo mío no es latente sino manifiesto, está todo bien.

Decía, esto puede dar lugar a los más vergonzosos intentos de interpretación. No importa cuanto intenten los psicólogos convencernos de que algo no puede ser interpretado en el aire, nosotros queremos un par de tips de la misma manera que le pedimos a nuestro amigo que acaba de gastar $2000 pesos en un curso de magia que nos enseñe un par de trucos para impresionar a una muchacha. Y no cejamos hasta que logramos una afirmación taxativa. Por ejemplo:

"Soñar con máquinas hace referencia a la potencia sexual".

- ...y entonces, cuando las papas fritas mutantes -que en realidad eran los primos de un compañero de primaria- venían a hablarme, yo agarraba un aut...digo, un Airbus 7337 y me iba a otro lado. Y entonc... momento, pero el avión iba lleno de minas lindas ¿eh? Porque ya veo que como había pibes en el sueño y una máquina vos pensás que soy gay. No, en realidad eran primas. Sí, eso, primas pechugonas.

El primer concepto psicológico que asimilamos es el del complejo de Edipo. Y la primera reacción es la del rechazo simple y llano. "¡¿Con mi vieja?! Estos están todos podridos. ¡Podridos!". Al poco tiempo, aceptamos que para poder fungir de psicólogos debemos aceptar este principio. Pero, con esa aceptación, a la vez que se rompe en nosotros la pureza del recuerdo infantil, se erotiza la relación filial. Los niños ya nos son angelicales criaturas cuyas potencialidades serán desarrolladas merced de una cariñosa educación, sino potenciales parricidas a la espera de una oportunidad*. La sospecha cunde. Ya nada es lo mismo.

Antes de Freud:

- Mamá, te quiero mucho.

- Yo también.

Después de Freud:

- Mamá, me resultás simpática de una manera asexuada, más cercana al ágape que al eros.

- ¡¿Dónde está tu padre?! ¿qué hiciste con él? ¡habla, bastardo, habla!


Antes de Freud:


- ¿A quién querés más? ¿a tu papá o a tu mamá?


Después de Freud:


- Inconscientemente, ¿a quién preferís matar? ¿a tu papá o a tu mamá?


Esta sospecha se disemina por nuestra vida. Creemos que, al haber sido introducidos en los misterios del Arcano, podemos detectar las interpretaciones que se tejen en torno a nosotros. Como si se tratase de un juego de espías, nadie quiere dar pie a una interpretación. El silencio se cierne sobre hombres y mujeres de ceño fruncido y pipa imaginaria. Sólo los valientes se atreven a afirmar algo...



- Sos un pelotudo.

- ¿No estarás proyectando en mí aquellos aspectos de tu personalidad que no toler...?

- No, no, sos un pelotudo.

- ¿O estás sublimando una animosidad pretérita que...?

- ...en lugar de en el lavavajillas, metiste los platos en el lavaropas. Sos un pelotudo.


Intenta resistir, pero sabe que es carne de cañón. O de diván, lo que en este caso sería homologable. Es conciente de que tarde o temprano surgirá el complejo tema de los complejos. Y él se sabe tan pero tan acomplejado que tiene, a la vez, complejo de superioridad y de inferioridad. Por eso, entre tímido y altisonante, espeta: "¡Pero callate, taradito! ¡Yo soy mucho más infeliz y miserable que vos!".


Y vuelve a callar. Por la confusión de su interlocutor y porque teme cometer un acto fallido. Esas malditas palabrejas que escapan de la represión y se cuelan en el discurso conciente. Por eso calla.


Pero, vamos, que un acto follado le puede tetas a cualquiera.







* Al parecer, la visión negativa de los infantes (a los que llama "perversos polimorfos") que se detecta en la obra freudeana, está directamente ligada a una mala lectura del Mio Cid. Freud pensaba que los "infantes de Carrión" eran en realidad dos niños pequeños.


lunes, 7 de junio de 2010

Sabiduría mundial


Roberto: - Hijo, ya tenés 5 años y es hora de que aprendas sobre algunas cosas importantes de la vida. Cosas que tenés que saber para poder desarrollarte integralmente en la vida. Nociones invaluables que te acompañarán en el devenir de los sucesos ancladas en el núcleo duro de la realidad.

Pepito: - ¿eh? ¿de qué estás hablando? ¿voy a tener un hermanito o algo así?

Roberto: ¡Pero! Explicale vos, Marta, que yo me pongo nervioso con el tema.

Marta: - No, Pepito, no. Lo que tu papá quiere decir es que en muy poquito tiempo empieza el mundial, que es un campeonato de fútbol en que juegan todos los países del mundo.

Pepito: ¿Todos todos? ¿Burkina Faso también?

Marta: - Bueno, no todos todos. Todos los que tienen Federación de Fútbol asociada a la FIFA y que clasifican en las respectivas eliminatorias. Burkina Faso no creo que haya clasificado. Y no sé si tiene Federación de Fútbol. ¿Tiene, Roberto?

Roberto: - No sé. Pero no es lo importante, lo importante es que cada 4 años se juega este campeonato y es un momento muy pero muy importante.

Pepito: - ¿Por qué?

Marta: - Porque todo el mundo (menos, quizás, Burkina Faso) se une para celebrar un evento del que todos los que tienen Federación de Fútbol asociada a la FIFA y que clasifican en sus respectivas eliminatorias forman parte. Es una celebración de la humanidad.

Roberto: - Bueno, 'se unen' es un poco fuerte. Porque ya veo que el chico se va a meter a la hinchada de Inglaterra a cantar por Argentina y se le va a confundir la explicación de de dónde vienen los bebes.

Marta: - Bueno, lo importante es que se trata de un campeonato divertido porque juegan los mejores.

Roberto: - ...y también el Chino Garcé. La cuestión es que como uno va por uno de esos equipos, esto hace que el campeonato sea más emocionante.

Marta: - En tu caso se trata de 'emoción violenta'. Cuando nos eliminaron en el 2002 casi me trompeás, Roberto.

Roberto: - Pero tenías que entender que no era algo personal. Era la impotencia.

Marta: - Mirá, Roberto, no me hagas hablar de tu impotencia delante del niño.

Roberto: Hablo de fútbol, Marta. Como sea, entonces, Pepito, vamos a alentar ¿no?

Pepito: - Sí. Yo voy a ir por Brasil, porque me gusta el color amarillo.

Marta: - ¡Roberto, bajá esa lámpara! No, mi amor, yo te explico. Uno hincha por el equipo del propio país.

Pepito: - ¿Los de Burkina Faso también?

Marta: - No, ellos pueden ir por otro. Pero existe algo que se llama 'sentimiento nacional' que hace que uno prefiera a la selección argentina si es argentino, brasilera si es brasilero o nigeriana si uno es de Burkina Faso.

Pepito: - ¿'Sentimiento nacional' es como lo de San Martín en el acto?

Marta: - Exactamente. Por eso nos vamos a juntar con familia y amigos a ver los partidos y gritar 'gooool'.

Roberto: - O "la puta madre", según de quién sea el gol.

Marta: - ¡Roberto!

Roberto: - No, es que si me grita un gol de los nigerianos yo lo cago a tompadas, Marta.

Marta: - Bueno, querido, así que ya sabés: este mes va a ser recontra emocionante. ¿Te quedó claro?

Pepito: - Sí, excepto que no sé como carajo va a hacer San Martín para jugar, porque palmó hace banda.



FIN


domingo, 9 de mayo de 2010

De legado en curso


Escribir un libro. Plantar un árbol. Tener un hijo.

Y ahí nos dejan. Se entiende que estos 3 imperativos vitales apuntan a un legado que sobreviva a uno mismo; en el plano de las ideas, de la transformación de la realidad y de la descendencia; repercutiendo en lo intelectual, lo físico y lo espiritual.

Escribir un libro quizás sea la más difícil de hacer. ¿Que usted ya qué? No, no, yo también escribí en un libro. No vale. Se trata de escribir uno íntegramente, inventando los nombres, los personajes y la trama. No me importa si hizo comentarios propios en los márgenes, el libro no es suyo. Bueno, el ejemplar sí, pero no el libro. Porque usted no lo escribió. ¡Que la anotaciones en los márgenes no cuentan le digo!

La cosa es que una vez que sale de nuestras manos deja de ser nuestro, para bien o para mal. No, no tiene que ver con el e-mule, sino con que de forma inmediata se independiza de nosotros, porque no sabemos quienes lo leen y qué dirán de él. Puede triunfar, puede caer en el olvido o primero triunfar y luego precipitarse en el olvido, pero nosotros ya nada podemos ni debemos hacer.

El árbol es mucho más fácil en su realización. Un poco de esfuerzo concentrado y voilá: tachamos el segundo ítem. Fíjense que no se trata de poner una semilla y cuidar el brote hasta que se transforme en un árbol, proceso mucho más ominoso, sino directamente de plantar un árbol ya hecho. Mientras no lo plante en el arenero de su casa o en un fiordo, hay relativamente pocas chances de que falle. Lo único que me permito recomendarle es que sea estratégico y lo plante cerca de otro árbol. Quienquiera que se esté haciendo cargo del primer árbol, bien puede regar el suyo de pasada. Y si no, siempre puede alegar que el problema no fue su torpe acción sino una omisión de la madre naturaleza. De esta manera su legado queda a salvo de acusaciones de inoperancia y estupidez profunda.

Y tenemos por último el tema del hijo. Quizás sea el más fácil de hacer. O por lo menos el más divertido. Pero a muchos les pasa que, habiendo cumplido con todo y sintiéndose muy satisfechos; se sientan muy orondos para darse cuenta de que el crío sigue ahí. Entonces se preguntan a sí mismos: "Caramba, ¿y ahora qué se hace?". Resulta que no todo es tan fácil como lo pintan y al parecer esa parte del legado implica un cierto seguimiento, preocupación y -según comentan algunos- cariño en un tiempo extendido.

Es por eso que, para aquellas almas con un pensamiento más avocado a la posteridad que al tedioso tiempo actual, les presento una serie de consideraciones útiles para que en su lápida, junto a su nombre, se lea "amante esposo y padre abnegado" en lugar de "inútil profesional y medio sorete".

1) Poniendo los límites: en el camino hacia la conformación de su personalidad, el pequeño filisteo puede extralimitarse o actuar sin tener en consideración a los demás. Es necesario de su parte poder mostrarle cuales son los límites más allá de los cuales su acción es desaprobada. Para esto puede recurrir a pequeñas amenazas que le hagan comprender que sus acciones tienen consecuencias.

Amenazas razonables:

"Vas a irte en penitencia"

"Te vas a quedar sin postre"

"Te voy a hacer chas chas en la cola"

Amenazas menos razonables (desaconsejadas):

"Te voy a quebrar las piernas"

"Voy a ir a buscarte al jardín con mi amigo el Negro Mortero y su banda y te vamos a empalar en la trepadora"

"Dormí con un ojo abierto porque voy a hacer guita uno de tus riñones"

2) Preguntas incómodas: es posible que, en su progresivo conocimiento del mundo, el infantoide en algún momento llegue a cuestionarse sobre el nacimiento de los bebés o de cómo es que llegan al útero de una mujer (aunque probablemente el protohumano lo plantée en términos más coloquiales como "la panza de la mamá"). Es importante que entienda que debe contestar solamente lo que le preguntan y no ir más allá.

Respuesta concisa tipo:

"El papá puso una semillita en la panza de la mamá y así se formó el bebé".

Respuesta científicamente inexacta y que sobreabunda en detalles innecesarios:

"Bueno, los papás tiene un coso (en mi caso es un coso enorme) que meten en las mamás y les dejan una semillita que se convierte en un bebé. Bah, eso si las mamás no están en esos días en que les sale sangre de adentro y se ponen de un humor de mierda. Y si la mamá fue siempre una mamá y no nació siendo un papá al que después le pintó hacerse mamá como a tu tío Alberto. O que el papá ponga el coso donde no corresponde. ¿Entendés? Mirá, justo acá tengo una película que te puede dar una idea".

3) Leyendo con el niño: siendo el límite entre la realidad y la fantasía más lábil en la edad infantil, los cuentos y las historias forman un importante instrumento para que la difusa psiquis del semiracional internalice valores. Una fábula con moraleja bien puede en este punto ser mucho más útil que la enunciación de valores abstractos.

Fábula con moraleja más útil que la enunciación de valores abstractos:

"Pedrito era un pastor muy mentiroso. Siempre asustaba a todos diciendo que venía el lobo para después reírse de ellos cuando corrían espantados. Un día vino el lobo y, cuando Pedrito gritó por auxilio, nadie le creyó y el lobo se lo comió. Moraleja: no es bueno mentir".

Historia con moraleja que no parece contribuir a la formación del niño y que no se entiende por qué se la lee antes de acostarse:

"...y entonces Zaratustra bajó a donde estaban los hombres y les dijo: "Dios ha muerto". Moraleja: los valores universales han caído. Sólo queda la voluntad de poder. El más fuerte es el que se impone y de lo que se trata es de vivir de acuerdo a las pasiones más oscuras porque somos sólo una chispa entre dos noches eternas. Fin. Que duermas bien, querido".

Creo que si sigue estas líneas, recuerda su nombre y no lo obliga a trabajar mientras esté cursando la primaria (mandarlo a cursar la primaria también sería un gesto) andará relativamente bien en lo que a su legado se refiere. Por si acaso, le dejo algunas instrucciones más que me han hecho llegar y que vale la pena tener en cuenta.





Que lo disfrute con salú.

viernes, 24 de abril de 2009

Educativa historia de la educación


Es llamativa la forma pendular en que se mueve la historia: tendencias políticas, vivencias morales, preferencias estéticas y...y tendencias políticas, todas ellas se mueven de un extremo al otro sólo para mostrarnos qué cerca se ubican dichos extremos. Con los insalvables matices, uno puede encontrar coincidencias fundamentales en épocas muy distantes. Cuando una idea es llevada hasta el paroxismo y se vuelve ridícula, lo que interpretamos que debemos hacer es -justamente- lo totalmente opuesto.

La educación no es ajena a este tipo de movimientos. Las relaciones de simetría o asimetría entre el maestro y los alumnos suele tener idas y venidas. Es verdad que, ahora que lo pienso, no logro identificar en la historia un momento de igualación como el actual. Es decir, no me imagino a Alejandro Magno diciéndole a Aristóteles: "no hinches las bolas porque yo te pago el sueldo" o a un tutorial fellow oxoniense exclamando en tono admonitorio: "a ver Newman y la bandita del fondo si dejan de tirarme pelotitas de papel mojado". Concluyo que no tenemos crónicas de aquellos momento de la historia por dos razones: los profesores estaban muy avergonzados como para escribirlo y los alumnos eran demasiado brutos como para hacerlo.

Para evitarnos embrollos históricos innecesarios, abrevaremos de la historia reciente para clarificar a qué me refiero cuando digo que existe un movimiento pendular:

Año 1985. Aula de 3er año de la Escuela normal n°2 de Villa Crespo. 10:25 hs.

Profesor: - Barilatti, he leído su composición sobre Aristóteles y está mal. Tiene un cero. Vaya nomás.

Año 2009. Aula de 3er año de la Escuela normal n°2 de Villa Crespo. 9:32 hs.

Profesor: - Gomez, he leído su composición sobre Aristóteles. Y si bien conceptualmente no se ajusta a las cánones pre-establecidos por la academia, creo que eso no es necesariamente malo. Aprecio su esfuerzo por tratar de hilvanar oraciones con sentido (es cierto que no lo logra seguido, pero en lo actitudinal usted es un tigre) pero dado que Aristóteles no vivió durante la Revolución Francesa (pero retuvo que la Revolución Francesa es un hecho histórico ¡muy bien!) ni se dedicaba a "hacer cosos para el tipo ese en la conquista del desierto", no puedo contabilizar como correcta su respuesta. Máxime cuando hay una cita de la Wikipedia que corresponde a la biografía de Aristóteles Onassis (¿lo encontró sólo? ¿puso el acento en la "o" y todo? Lo tendré en cuenta... lo tendré en cuenta...) Lo que le propongo es lo siguiente, Gomez, aquí tengo dos láminas: en una aparece la imagen de un delfín y en otra la de Aristóteles. Usted debe señarlarme cuál es la lámina en la que aparece Aristóteles. ¿Será en la de la derecha, donde este animal de cabeza gris salta sobre el agua o será esta otra donde una persona de barba aparece hablándole a un grupo de personas que sostiene carteles que dicen "Viva Aristóteles" y en la que abajo podemos leer "El Filósofo", que es justamente como Santo Tomás llamaba a Aristóteles? ¿cuál es Gomez? Ajá. Bueno, quizás se haya puesto nervioso. Tiene otra oportunidad. No, no puede elegir la misma.

Quizás haya exagerado un poco. En general no les dan otra lámina porque puede confundir.

El lector desatento podría pensar que esta situación es mala. Bueno, no lo es. O quizás lo sea para Gomez, pero no para los docentes. Si uno no está al borde de la jubilación, lo único que tiene que hacer es sentarse a esperar que el péndulo se mueva hacia el otro extremo, hacia una asimetría cada vez mayor. Y cuando eso se dé, entonces... ¡entonces todo será nuestro! Jua, jua, jua. Nota mental: practicar mi sonrisa malévola.

A continuación, mi pronóstico personal (y por tanto genial e irrefutable) de las relaciones profesor-alumno en los próximos años.

Año 2018. Aula de 3er año de la Escuela normal n°2 de Palemo Queens.11:42 hs.

Profesor: - Gorlero, cuando encontré su composición entre las demás pensé que se había transpapelado un dibujo de mi hija de una año. Cuando entendí que se trataba de un intento de texto tuve que llamar a mi cuñado farmacéutico para que me pudiese traducir qué decía. "Mirá que con las recetas de los médicos he visto muchas letras de mierda, pero como esta, ninguna" me dijo. ¡Ay! ¿para que le habré pedido que me lo tradujera? La verdad es que me quedé sin palabras. No en el mismo sentido que usted, que tiene un vocabulario de 25 palabras sino por la estupefacción. Deje, deje. Después se me ocurrió una: galimatías. Sí, ya sé que no sabe qué significa, pero este descargo no lo hago por usted, que no tiene forma de aprender algo, sino por mí, que me fumé la sarta de boludeces que usted escribió con la nariz (porque no se me ocurre otra opción para que escriba de esa manera) Vaya. Vaya. Y si logra abrir la puerta sin lastimarse me habrá sorprendido gratamente.

Año 2030. Aula de 3er año de la Escuela normal n°2 del Nuevo Palemo Viejo.10:14 hs.

Profesor: - Gomez ¿sabía usted que yo fui profesor de su padre? Aquí está su composición. Un dato curioso: si el tamaño de la composición es más grande que la cara entonces tiene hemorroides. Sí, es algo malo. Pruebe, fíjese.

(le hunde la composición en la cara de un palmazo)

JA, JA, JA... Dígale a su padre que se quede tranquilo, ¡que con lo boludo que es usted es seguro que no le metieron los cuernos! JA, JA, JA.

En fin, por ahora no nos queda otra que remar en dulce de leche repostero, pero se avecinan tiempos mejores. Eso sí, no le recomendaría seguir la carrera docente en el 2045. El péndulo ya estará de vuelta. Lástima que no se lo alcancé a decir a Gomez.
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