Mi hija menor empezó sala de 2. Si, ya sé lo que me va a decir. Que es una crueldad. Que en su época se empezaba en pre-escolar. No crea que no lo pensé. Pero si la hubiese visto cuando la hermana salía a la mañana para el jardín, le aseguro que ese jardín lo estaba pagando usted.
La cosa es que el ingreso de un infante al jardín implica la pérdida del monopolio de sus experiencias. Implica la incorporación de una serie de personas, rituales y cantos de los que uno participa como espectador. Implica, sin más, el ingreso a nuestra vida del Pollito Lito.
No sabemos demasiado del Pollito Lito. Nos ha llegado, mediante la exégesis del canto, que el pollito Lito toma mamadera y toma biberón (lo que nos parece terriblemente redundante) Sabemos, también, que le gusta picotear y nos ha llegado a referir que lo han hecho dormir, así que entendemos que ha tenido contacto directo con la célebre ave en vías de desarrollo. La última noticia que tenemos -que no deja de ser sorprendente dada la movilidad diaria del hito y el cariz meritorio que le conferiría a los logros enumerados- es que el Pollito Lito ha nacido hoy. Así lo dice el canto y así lo han entendido todos en la salita verde. La cuestión es que el Pollito Lito goza de un gran predicamento. Se lo invoca letánicamente varias veces por día y creemos que en este momento es la principal influencia en la vida de nuestra hija. O era.
Comedor de la familia Benegas. 20:12 hs.
Hija de sala de 2: - Mamá ¿qué vamo' a comé?
Mamá: - pollito con puré.
Hija de sala de 2: - ¿pollito... ¡Lito?!
Mamá: - Eeeehhh...¡no, no! Pollo con puré. PO-LLO. Y puré. De papas el puré. ¿Viste que ricas las papitas? No, si son una cosa...esteee... ¿nunca pensaste de donde salen los bebés?
El daño ya estaba hecho. El tiempo se negó a realizar algún bucle que permitiese remendar el error. Lito, o al menos alguien de su familia, yacía ahora sobre el plato infantil en una escena como no se veía desde la cabeza de caballo en El Padrino. Una infancia murió ese día.
La infancia siempre pasa; en la mayoría de los casos, se trata de una desintegración paulatina; en otros, de una muerte abrupta; en una última tanda, de una marca indeleble grabada a fuego por un maníaco adicto al Red Bull. Por ejemplo, uno puede enterarse a los 10 años que el ratón Pérez no existe luego de sospecharlo durante un tiempo largo; puede descubrir a su padre in fraganti poniendo el sobre bajo la almohada o puede robarle los implantes dentales al abuelo para pagarse una computadora. En el primer caso, la infancia es algo de lo que uno se va despidiendo con cariño; en el segundo, un cuerpo inerte que uno encuentra en su cuarto al volver del colegio; en el tercero, se trata del mismo cuerpo, sólo que uno lo levanta y lo hace actuar en la versión argentina de Weekend at Berney's con Guillermo Francella y Emilio Disi.
Señores padres, midan sus palabras cuando se refieren a lo que sus hijos consumen. Evítense el momento de explicar la relación entre las costillitas de cerdo y la estética chanchita Olivia o entre una ensalada con perejil y el perejil de Topa.
Y nosotros que pensamos que ya habíamos superado el incidente del asado y la Vaca Paca.
Que lo parió.
IN MEMORIAM POLLITO LITO
24/03/11 - 24/03/11